Guayas es un caso contraintuitivo para la teoría del transfuguismo. Según la Academia de la Lengua, el tránsfuga es la persona que pasa de una ideología a otra. En otros términos, es el camisetero o quien sustituye su camiseta política por otra con la intención de beneficiarse.
Según las encuestas habría un empate técnico entre Cynthia Viteri y Jimmy Jairala que, entre ambos, concentrarían el 70% de los votos para la alcaldía de Guayaquil. Para la prefectura, Carlos Luis Morales se llevaría la victoria sin mayores obstáculos, dejando en el camino con una gran distancia a rivales como Pierina Correa y Poly Ugarte.
Jairala pasó por el Partido Roldosista Ecuatoriano antes de convertirse en prefecto del Guayas por su propia organización política, Centro Democrático, lo que atenúa un poco el cambio del emblema político. Viteri jamás ha sido de otra organización que no fuera alguna del socialcristianismo, lo que asegura los elementos más característicos de una administración de ese cuño, incluyendo los desfavorables. Con Jairala, de origen roldosista y de consolidación personalista, la incertidumbre podría convertirse en la regla.
Pero la prefectura en manos de Morales sería una tremenda incertidumbre. Después de pasar por el roldosismo y el correísmo, ahora aterriza en el socialcristianismo, lo que contradiría la regla no escrita de que el electorado castiga al tránsfuga y ya en el poder provocaría pugnas internas entre los grupos que apoyaron su candidatura con los que siempre han gravitado alrededor de esta estrella de pantalla.
El problema con el transfuguismo es que es una forma de desprecio en la relación del representante con los electores y de negación de los compromisos programáticos del partido abandonado. Los tránsfugas tienden a creer que sus votaciones son el producto de su carisma, aceptación o credibilidad y no del trabajo colectivo de una organización política, que luego abonan a la siempre presente la tentación autoritaria. (O)