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El Telégrafo

Caminante en la línea de fuego

09 de mayo de 2012

Una de las voces lúcidas de la actual lírica de nuestro país tiene sello femenino. Se trata de Siomara España. Sin atisbos, con la sola certeza del verso, esta poetisa transita por los senderos insondables de la palabra bella que estremece en la lengua de los otros, a partir de experiencias individuales y emociones latentes que brotan del cofre repleto de ilusiones.

“De Cara al Fuego” (El Ángel Editor, 2011) intitula el poemario de Siomara España, en donde se sintetiza el alucinante sentido de la metáfora y la agonía del verbo: “Cuando sufras el poema/ cuando cada línea te sangre a borbotones su tinta de rabia/ de dolor o esquizofrenia/ cuando sufras línea a línea/ verso a verso/ será la hora del poeta”.

Es la demencia de la ciudad maldita que se compendia en las horas huecas del tiempo. Es el rutilante amanecer de las imágenes, el demiurgo que acecha en la nocturnidad, el éxtasis de la blanca piel escondida en el ropaje de las inclemencias. La expresión escrita deviene de la nada: “Hoy parto hacia el exilio de esta casa,/ casa que es mi cuerpo,/ porque nací a merced del tiempo/ porque fui telar entre las sombras/ señuelo atroz en el centro de esta nada”.

La autora viaja entre el resplandor del paisaje imaginario y la patria marchita. Es una desterrada de la sociedad que le rinde culto a los convencionalismos y a la hipocresía. Ella se subleva con el papel y el beso clandestino. Aunque ello implique naufragar en los resquicios existenciales de la pareja: “Éramos tan cercanos y perfectos/ que abreviamos un detalle…/ amarnos/ en las mismas diferencias”.

Siomara España susurra a los amores ausentes, se desvela entre la angustia y la ensoñación. Surca horizontes junto con el viento y el deseo. Bebe el zumo del recuerdo. Se interna en los abismos por donde transita la vida. Le increpa sin temores a la muerte. Exclama su propia vivencia en la plenitud de la semilla: “Porque fui nieve y serpiente/ mujer y viento/ y después de viento arado/ y después de arado/ tierra y su simiente”. 

En las páginas de “De Cara al Fuego” corre el torrente del dolor ya que “… el canto de la luna en los tejados/ era siempre/ lastimero llanto”.  Y, también, las premoniciones de una mujer contemporánea que construye su lenguaje en la pira de la rabia y sus circunstancias. Este trabajo lírico va de la mano con la imprecación resultante del infinito éxodo, en donde “Las señales vuelven/ son horrendas/ cincel que arremete entre la carne/ venda que disfraza la intemperie/ terror que acusa en la palabra”. 

Siomara España camina a paso firme en la línea de fuego que se expande con la llama poética y con el gozo que provoca el aroma de la letra y el punto aparte.

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