Las propuestas rupturistas, fruto del malestar imperante- en varios países y en los últimos tiempos- se han impuesto. Hay candidatos que se presentan como agentes de renovación y tienden a ser más competitivos que aquellos que son vistos como defensores o exponentes de’’ más de lo mismo’’.
Una cosa es con guitarra y otra con violín. Convencer a una parte de la ciudadanía de que uno tiene la vocación de borrón y cuenta nueva del pasado y algo muy distinto –y mucho más complejo– es llevarlo a cabo. Hay valores, costumbres y comportamientos que se arraigan tanto que se necesitan generaciones para modificarlos. Y a veces, no alcanza. Similar situación, ocurre con los liderazgos: algunos se reinventan, otros se acomodan, muy pocos dejan voluntariamente su lugar para favorecer el surgimiento de nuevas figuras.
A lo largo de una carrera política profesional, implica superar obstáculos y etapas de relativa marginalidad que, aunque parezcan definitivos, el destino puede convertir en pasajeros o también el caso inverso: políticos con potencial, carisma y presencia mediática. Es prematuro precisar cuál será el clima o la demanda social preponderante en las elecciones de nuestro país -mucho más- delimitar el humor social de cara a las presidenciales de 2025.
Prevalecerá la euforia o la inercia a favor de un cambio rupturista o se impondrá la idea-fuerza de la continuidad. En ese sentido, ¿será Daniel Noboa el que represente la necesidad de seguir alejándose del pasado, es decir, el mejor posicionado como “disruptivo”? ¿O, al ser parte del “nuevo establishment del poder”, puede ser víctima de la misma ola de cambio que en su momento lo impulsó y colocó en la presidencia de Ecuador? Quien representa el cambio en una elección corre el riesgo de sufrir la misma dinámica en la siguiente, en especial si pierde los atributos de diferenciación, tan atractivos para una mayoría relativa de votantes aglutinados en su malestar por el estado de las cosas.
Podría darse, un escenario de rechazo, cansancio o saturación, sobre todo por el desgaste en la imagen. Por el contrario, puede que por virtudes propias (recuperación económica, no más apagones, seguridad, empleo) y defectos ajenos (incapacidad de la política tradicional para capitalizar errores no forzados del oficialismo, falta de figuras atractivas y convocantes), Noboa pueda mantenerse como el mejor candidato de un proceso inconcluso. Acaba de suceder en México con AMLO y su heredera, Claudia Sheinbaum, se impuso con casi el 60% de los votos.