El cambio en la matriz productiva es un tema importante que se inscribe en un marco socioeconómico y político que comento.
Desde los tiempos del coloniaje español, de saqueo y muerte, hasta los del capitalismo de rapiña que impuso políticas neoliberales, alto endeudamiento externo que hipotecó la nación y organizó una economía especulativa que concentró más la riqueza y el ingreso y expulsó a millones de ecuatorianos, la economía ecuatoriana fue atrasada, altamente dependiente, de baja productividad, alto desempleo, miseria para las masas, entrega de nuestros recursos a empresas extranjeras, explotación a los trabajadores, servidumbre indígena, destrucción de nuestras riquezas; en fin, subdesarrollo, conflictividad social, inestabilidad política y el Estado al servicio de las trincas y del imperio de turno.
Desde los tiempos de la hacienda tradicional, de gamonalismo y caciquismo vinculados a los terratenientes feudales y la Iglesia católica, hasta los de las plantaciones costeñas, transcurrieron centurias y los procesos modernizantes fueron lentos, provocaron un dualismo estructural en la economía con dos sectores definidos: el uno, como enclave vinculado al comercio y capital extranjeros; y el tradicional, sobre la base de la agricultura de consumo interno.
Con este “modelo”, uno o muy pocos productos primarios de exportación sostenían al conjunto de la economía y desde ellos se organizaba la vida social y política del país. Se consolidó por unos 150 años este “patrón” de crecimiento primario exportador; por ello, la época de auge del cacao o “pepa de oro”, gobernada por pocas familias, los “gran cacao”; luego la del banano u “oro verde”, con poderosas empresas multinacionales, como la United Fruit, que se apropió de grandes territorios; y luego el “boom” del petróleo u “oro negro”, que entregó nuestra principal riqueza a otros pulpos empresariales transnacionales. En uno u otro caso, acompañados de otros productos como el café, camarones, flores, etc., que como los citados se exportaron en bruto, sin generar valor agregado.
Este “modelo” desarrolló la agricultura orientada a la demanda externa, depredó la naturaleza, determinó el atraso industrial, nos alejó de la tecnología y el conocimiento universal, condicionó la infraestructura y organizó las finanzas públicas y el conjunto de la economía a la actividad primaria exportadora de turno; la política y la vida nacional dependieron de uno u otro producto.
Esta estructura productiva arcaica no pudo ser cambiada por las élites en el poder; la partidocracia mostró una y otra vez incapacidad para desarrollar el país; no atinó a cambiarla, pues enriqueció más a unos pocos ricachos y a empresas extranjeras, que la financiaban.
El gobierno de la Revolución Ciudadana desde hace 6 años organiza bases económico-institucionales y la infraestructura necesaria para modificarla, y así se lo ha propuesto. Por ello el cambio de la estructura productiva va, se inscribe en una visión integral del crecimiento, se ensambla con el fortalecimiento de la matriz energética, organización del Estado democrático y del sistema económico social solidario, políticas sociales redistributivas, recuperación del petróleo, manejo soberano de los sectores estratégicos por el Estado y la política internacional sin tutelajes y de dignidad. Están dadas las condiciones, será un buen esfuerzo para la Revolución Económica.