Hay gente que aún sostiene que el Cambio Climático es cosa de científicos chiflados o de ecologistas preocupados por el ambiente.
La verdad es que ni lo uno ni lo otro, primero porque son ya la mayoría de científicos en el mundo, muchos de ellos galardonados con el Premio Nobel, que sostienen que el planeta se está calentando y que esto se debe a la acción antrópica, es decir de los seres humanos, y también porque cada vez hay mayores evidencias de que lo que se asevera desde el mundo de la ciencia y de la ecología, aparece con tintes alarmantes en la naturaleza.
Los polos se derriten, los océanos aumentan su nivel, hay muchas especies que se extinguen y otras están en serio peligro, el agua escasea en muchos lugares y hay evidencia de que en otros espacios ocurre lo mismo. La capa de ozono se debilita y el efecto de los rayos del sol se siente más fuerte. En los últimos días en Quito, vivimos días de calor intenso, con temperaturas que rebasaron los 30 grados centígrados, con una irradiación solar muy fuerte, un sol radiante que hace cerrar los ojos para no sentir dolor y que estos sean agredidos.
El desprendimiento de enormes masas de hielo de los polos pero también el descongelamiento de las cumbres de las montañas, nos demuestran una vez más que el planeta está cambiando, que el mundo ya no volverá a ser como estábamos acostumbrados a verlo.
Sabemos también de la fragilidad del ser humano frente a las variables climáticas; por ello es cada vez más necesaria una toma de conciencia, una valoración de lo que tenemos para actuar en consecuencia, sin ejercer esas presiones extremas sobre el ambiente, con un uso razonable de los recursos naturales, con una vocación de reposición que ayude a la regeneración de esos recursos. Calor intenso, vientos, soles, sequedad en el ambiente, fuegos que proliferan y que nos dan la dimensión de lo dantescos que tuvieron que ser los incendios en Australia.
Parecería que el Apocalipsis Bíblico está cerca o el Colapso del que nos hablara, hace tiempo, el geógrafo norteamericano Jared Dimond. Pero también hay que estar conscientes de la capacidad de recreación y de regeneración del ser humano. (O)