“¿Cómo se atreven?” Fue la pregunta con la que Greta Thunberg, con sus 16 años, inquirió a los políticos mundiales en la Cumbre sobre Acción Climática de las Naciones Unidas. Sin embargo, su pregunta supone una afirmación. El ser humano es el responsable del cambio climático. Empero, existen otras posiciones que no concuerdan con la responsabilidad atribuida.
Las otras interpretaciones sostienen que el cambio climático siempre es permanente desde el origen del planeta. Y acusan del calentamiento a la propia evolución de la Tierra.
Bien podemos comparar la teoría del calentamiento global con la idea del cristianismo acerca del pecado original. Desde el punto de vista cristiano, Adán y Eva perdieron el paraíso del estado natural que cubría todas sus necesidades. El cambio climático supone que el hombre es el culpable y responsable de haber abandonado y destruido el planeta, un estado paradisíaco natural.
Así se reedita el pecado original y cuyo culpable es el ser humano. Aparece la culpa. Todos somos culpables. Al igual que el pecado original, no lo hemos cometido, lo hemos adquirido.
Más que cambio climático, la teoría del “calentamiento global” tiene mucho de metafísica y teología. Podemos aprehender el fenómeno en las diversas manifestaciones, sin embargo, eso no significa que este calentamiento global sea producido por el hombre. ¿Es la nueva religión universal?
Creer en el dogma del calentamiento global producido por el hombre, nos libra del poder esclavizador del pecado. Ergo, quienes no creen están fuera del estado de gracia y serán perseguidos.
Al igual que otros científicos, Patrick Moore, expresidente de Greenpeace, la ONG más importante en la lucha contra el cambio climático, ha denunciado que “el calentamiento global es la mayor estafa de la historia”.
Los ánimos se hallan caldeados alrededor de esta gravísima problemática. Justificado el “calentamiento” de Greta. Pero su mirada no debe estar dirigida hacia donde apunta... (O)