La irreverencia, la protesta, la falta de “respeto”, la ruptura y todo lo que la izquierda (la verdadera) proclama ya no está en los manuales del materialismo dialéctico, y menos en los postulados de quienes viven atados al dogmatismo. Esa izquierda aprendió que para cambiar la realidad ya no se arma una guerrilla y tampoco se toman a garrotazos los gremios, los sindicatos o las asociaciones estudiantiles. La verdadera “zurda” está, nos duela o no, en la esencia de la rebeldía de Calle 13, el grupo más vital y creativo de la música contemporánea.
La “leyenda”, aquella que va de boca en boca, de oreja en oreja y hasta de suspiro en suspiro, arranca cuando René Pérez (el Residente) y Eduardo Cabra (el Visitante), en 2005, ponen en Internet su canción “Querido FBI”, a solo 30 horas del asesinato del líder machetero Filiberto Ojeda Ríos. Los Calle 13 levantan así un corajudo “Aquí se respeta o se te espeta”, proclaman un “Puerto Rico libre” y piden un “calibre 35 en el Caribe”.
Rebelde al punto de no aceptar a las disqueras como sus promotores y promover la más absoluta libertad e irreverencia para ejercer su dignidad e identidad revolucionaria, Calle 13 ha colocado en América otra dimensión de la protesta, como lo hacían Víctor Jara en los setenta o los rockeros argentinos en los ochenta. Por eso su dimensión política está en lo más avanzado de la militancia izquierdista, sin poses ni dogmas, por encima de todo “sacrilegio ateo”.
Su presencia en el Ecuador no hace sino apuntalar una solidaridad latinoamericana con la lucha de las nuevas generaciones. Recorren nuestra geografía incorporando en sus letras y melodías toda la riqueza cultural del continente, superando a la trova y al folclor, constituyéndose en la prolongación de una forma de respirar la protesta y afrontar el cambio.
¿Se asume la izquierda tradicional en las siguientes proclamas musicales?: “A portarnos mal… Tenemos nuestras reglas y nuestros mandamientos… Nos gusta el desorden, somos indisciplinados... Vamos a portarnos mal…”.
¿Nuestra izquierda “pura”, la que se ha encallecido, quiere oír esto?: “Aquí se baila como bailan los pobres… No se necesita plata para moverse, se necesita onda y música cachonda… Hoy te voy a bajar cuatro clases sociales”.
¿Y quién, desde la izquierda “santa” se atreve a cantar estos versos sin la sospecha de “proletarizarse” sin vergüenza?: “Calma pueblo, que aquí estoy yo, lo que no dices lo digo yo, lo que sientes tú lo siento yo, porque yo soy como tú”.