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El Telégrafo
Linda Vierecke

A 30 años de la caída del Muro

09 de noviembre de 2019

Imagínese que de un día para otro, toda su vida cambia: su trabajo ya no existe. Sus habilidades ya no son necesarias. Repentinamente los valores de siempre son diferentes. Sus amigos se van de donde viven porque ya no hay trabajo. Su red social se desintegra.

Hoy en día, a menudo me pregunto qué me provocaría un cambio así. Mi padre tenía 36 años cuando cayó el Muro de Berlín, en 1989. Tenía la misma edad que tengo yo ahora. Era físico de profesión y trabajaba en una fábrica de acero. Y después de la caída del Muro, nunca volvió a encontrar un trabajo de verdad.

Soy de la opinión de que es solo hoy que empezamos a comprender lo masiva que fue esta transición para la gente de Alemania del Este. Todas las familias del este tienen este tipo de historias: de hombres y mujeres que perdieron sus empleos, de docenas de cursos de capacitación que debieron hacer y nuevas cualificaciones que debieron adquirir.

Familias que fueron a trabajar a Occidente y otras que se quedaron. El alcohol que llenaba ciertos vacíos. Y nosotros, los niños que crecimos en un sistema en el que nuestros padres no podían darnos ayuda ni un círculo social.

Hasta el día de hoy, las diferencias entre el Este y el Oeste de Alemania se ven en las cifras: En promedio, la gente en el este sigue ganando un 17% menos. Mi madre ha sido maestra durante 43 años, sin embargo, su pensión será considerablemente más baja que la de un profesor en el oeste de Alemania. Me parece injusto. Por cierto, también para mi generación, que puede esperar mucho menos apoyo financiero de sus padres.

Nacida en 1982, pertenezco a la tercera generación del este alemán, somos los “Wendekinder”, los hijos de la reunificación alemana. Si algo hemos aprendido es que ningún sistema es permanente. Tenemos que cambiar constantemente y tenemos que llevar a todos con nosotros.

Llamémoslo competencia de transformación, que no deja de ser importante incluso hoy en día, mientras vivimos el cambio digital. Estamos en la edad ideal para asumir responsabilidades. (O)

* Tomado de la DW

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