El afán por operativizar el Buen Vivir nos ha llevado a generar un efecto indeseable pues se han simplificado sus conceptualizaciones y significaciones. Por ejemplo su oposición al neoliberalismo, la reivindicación de la igualdad y la justicia social, el ecologismo y la oposición al concepto del desarrollo, entre otros aspectos. A pesar de estar de acuerdo en lo anterior, hay que decir que la simplificación conceptual del Buen Vivir está dada porque la proyección de estas significaciones críticas todavía se encuentran dentro de la perspectiva epistemológica del pensamiento moderno occidental y de sus estructuras valorativas. Desde una perspectiva epistemológica intercultural crítica, agotar el concepto del Buen Vivir en lo instrumental, sin llegar a una comprensión profunda de sus posibilidades de transformación civilizatoria es un error que debe ser corregido si no se quiere la funcionalización del Buen Vivir al paradigma hegemónico, que termina convirtiendo al Buen Vivir en otra propuesta utópica e irrealizable, dejando intacta la organización y el ordenamiento dominante que constituye lo real.
La relevancia del Buen Vivir como una forma diferente de organización de la vida desde una epistemología intercultural, radica en que nos permite ver la colonización a la que ha quedado expuesta la razón en la sociedad moderna, traspasada por los límites y contradicciones de la forma de reproducción social capitalista. La reflexión sobre el Buen Vivir en estas condiciones, lejos de poder expresar los anhelos para una sociedad donde las personas disfruten de su “estar-vivos”, se restringe a la orientación de la conciencia para solventar de manera cada vez más eficiente las condiciones de reproducción de una sociedad esencialmente enajenante. Al contrario, el Buen Vivir no funcionalizado apela a la satisfacción de las necesidades humanas, pero también a la reorganización de las prioridades humanas que deberían retomar el cultivo de la propia “condición humana”. Entonces, el énfasis en la teorización propiamente política del Buen Vivir no puede quedarse solo en enunciar la transformación del Estado o la creación de nuevas formas de producción y distribución de la riqueza, sino en la creación de “nuevos valores”, de nuevos quereres, de nuevos sentires. (O)