Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics) marcaron un hito histórico el fin de semana pasada en Durban al crear un banco destinado a financiar proyectos de desarrollo y un mecanismo de reservas para reforzar la estabilidad financiera de sus países miembros.
Otro paso trascendente fue la constitución del Consejo de Negocios de los Brics, como “plataforma para profundizar y promover los vínculos económicos, comerciales y las inversiones” entre sus miembros. Y algo que puede parecer novedoso y hasta raro: promover una mayor cooperación e interconectarse mediante un cable submarino de 28.400 kilómetros, como una alternativa para terminar con la dependencia tecnológica.
Con esta determinación, EE.UU. pierde toda hegemonía, por más que ahora se sustente en un aparato político militar y mediático poderoso que no oculta el reto planteado por estos cinco países.
Con lo decidido en Durban los cinco países reformularían las finanzas globales y decidirían directamente y con mucho peso político en la solución de los principales problemas. Por supuesto con otro enfoque social, cultural y hasta geopolítico. ¿Qué harán de ahora en adelante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial? ¿Seguirán financiando proyectos con base en sus imposiciones y determinaciones imperiales para sostener la economía de una potencia en declive?
Dirán los “estadounidófilos” que todavía económicamente Washington lidera al planeta, que sus negocios y acciones diseñan el consumo mundial, pero los expertos, incluidos muchos estadounidenses, confirman todo lo contrario. Veamos algunos datos:
Los Brics son los más importantes emisores de Inversión Extranjera Directa al pasar de 7.000 millones de dólares en 2000 (1% del total global) a 126.000 millones en 2012 (9%). Y esto sin desconocer que esa inversión aumenta en los países en desarrollo con un ritmo cada vez más acelerado, donde EE.UU. pierde terreno porque está preocupado de otras “tareas” geopolíticas y belicistas perversas.
Los cinco países representan un 42% de la población mundial (7.000 millones), el 45% de la fuerza laboral del planeta, 21% del Producto Interno Bruto del mundo y el comercio entre ellos acumula 282.000 millones de dólares.
Con esas cifras bastaría para pensar en la transición temprana y acelerada de un imperio a otro, pero no se trata de un imperio único, impositivo, belicoso y belicista. Al contrario, lo que se escucha de los principales líderes de esas cinco naciones aumenta y sostiene la teoría de que viviremos pronto un mundo multipolar con otros sentidos del poder. Nadie duda que a la cabeza está China, pero esta nación ¿tiene la intención de cumplir el rol de EE.UU. durante el siglo XX? Al parecer no por los indicios de su accionar diplomático y militar, sin descontar su agresivo comportamiento económico.
Incluso, Vladimir Putin, en Durban, reveló el objetivo estratégico de los Brics: fijar las posiciones del sistema de la dirección global, “lo cual concierne a las esferas político-jurídica, así como financiero-económica”.
Por eso, para quienes todavía sostienen que las ideas del imperio gringo son las que se imponen en la vida de todos los países, que en la CIDH hay que someterse a sus determinaciones y que en América no tenemos por qué pelearnos con Barack Obama porque perderíamos comercio y hasta nos hundiríamos en una pobreza extrema, bastaría leer estos datos y estos signos de los nuevos tiempos (que ya tienen casi una década expresándose) para saber que los países del ALBA, Mercosur, Celac y otras instancias no van a depender, para sobrevivir o expresarse con soberanía, de lo que diga, haga o deje de hacer EE.UU.
En la práctica ya vivimos en otra época o en un mundo que está naciendo y a la vez con los coletazos de otro que no acaba de morir.
Si bien es cierto que todavía hay un dominio en muchos aspectos de la cultura y del consumo, de ciertos valores liberales que se sostienen por el aparato ideológico y mediático (en Ecuador representado por los medios privados y comerciales, por las élites económicas y ciertos intelectuales funcionales), también es verdad que hay unos signos significativos de la transición de un imperio decadente a un mundo multipolar, que ya advirtió Enrique Dussel en su comprensión y construcción de una historia mundial de la humanidad, tras revisar el eurocentrismo y occidentalismo de la historicidad del planeta.
De ahí que también es importante reflexionar sobre lo decidido por los Brics, no para cuestionarlos como hacen algunos “izquierdistas” locales con base en sus teorías de la dependencia bastante añejas, sino para incidir en la definición del nuevo rumbo de la humanidad para no caer en sumisiones sino para construir mejores alianzas.