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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

Breviario de la restauración conservadora

15 de junio de 2016

Otra vez con el dicho de Piero: “las cosas se cuentan solas, apenas hay saber escucharlas”. Este tiempo del progresismo latinoamericano, también si no es Gobierno, es esencialmente político (por pensamiento, inteligencia operativa, toma de decisiones y resultados), es de carpintería (por el trabajo de contacto focal) y conciso (las ideas demandan una comprensión rápida y probabilidad eficiente de resultados). ¿Saben por qué? Sencillo, ya no se baja de la montaña, ahora se ganan elecciones. Difícil, el voto no es producto de simpatía ideológica en la actitud mayoritaria del electorado, más bien califica nuevas oportunidades con determinado liderazgo y descarga antipatías localizadas en los territorios. Así ahora son inútiles los manuales de contra insurgencia y es el breviario de Gene Sharp el mantra del conservadurismo.

A los gobiernos progresistas el conservadurismo los considera ‘dictaduras’, sea por alguna injusticia evidente o porque el nominativo se adapta a los deseos políticos del breviario restaurador. En otros lugares, funciona la vaina “revolucionaria” de colores, pero acá el triqui-traque son palabras como ‘cambio’ o ‘democracia’. Al final todo se concentra en explorar una palabra-anhelo del electorado (no hablemos de masas populares) que perturbe su raciocinio político. Los laboratorios de propaganda crean la didáctica restaurativa en forma simultánea o balanceando los efectos de las dañinas acciones económicas (Venezuela, por ejemplo); también asfixiando el discernimiento de la gente con historietas de la vida privada de algún líder, no hay límites y todo es arma de destrucción personal u organizacional.    

El breviario es una síntesis magnificada de errores y episodios de corrupción en el progresismo, invenciones de fácil comprensión y asimilación dirigida a mentes y estómagos, mentiras descaradas y aunque sean descubiertas en algunos sectores del electorado quedan activas las dudas; todo aquello refinado para uso y reproducción mediática. Calles y esquinas son remanentes de influencia de revoluciones bicentenarias, pero ahora el frente imaginario comprende redes sociales y la suma combinada de medios. No queda ‘trinchera’ despreciable a dominar, está la de los 140 caracteres y aquella de las habladurías en la criatura de Mark Zuckerberg, pasando por esta página y llegando a los espacios radiales. Una combinación de líneas de persistencia, resistencia y coincidencias enfrentadas al esfuerzo reaccionario de parálisis de simpatías y afinidades para lograr, al fin, la instalación del conservadurismo cargado de bonitos y variado adornos.

El progresismo y el conservadurismo latinoamericanos se duermen y amanecen mirando los precios de las materias primas, porque definirá el destino de esas tendencias en el ámbito electoral; la diferencia es crucial: el uno para mantener o ampliar la inversión social y el otro para disponer de esos ingresos para la acumulación favorable. (O)

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