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El Telégrafo

Breve historia de la SIP

29 de agosto de 2011

Era el año 1949. Se realizaba en Quito el V Congreso Interamericano de Prensa. La delegación norteamericana, integrada por Wallace, Dubois y Powers, plantea que la próxima reunión se efectúe en los EE.UU., considerando que los anteriores encuentros, así como el actual, habían tenido como sede varias capitales latinoamericanas: México, La Habana, Caracas, Bogotá y Quito.

Un grupo de periodistas sudamericanos, entre ellos el peruano Genaro Carnero, manifestó su desacuerdo de escoger a EE.UU. como sede, en vista de que la discriminación racial y política existente en ese país no ofrecía las garantías necesarias para celebrar el VI Congreso.

La delegación norteamericana, luego de aceptar que la discriminación en su país era bochornosa, se comprometió a brindar las seguridades para la participación de todos los delegados, independientemente de sus ideas políticas. Finalmente, se decidió que la reunión del año 1950 se realizaría en Nueva York.

Pese a las garantías ofrecidas en Quito, los representantes de los órganos de información progresista no fueron invitados a la reunión del VI Congreso Interamericano de Prensa. A varios periodistas se les negó la entrada, bajo la acusación de ser comunistas. Cuando se quejaron ante los organizadores, Wallace les dijo: “La visa ha sido negada por el gobierno y deben quejarse ante el gobierno”. Hubo incluso quienes llegaron hasta el aeropuerto solo para ser devueltos a sus países de origen.

Tal fue el caso del cubano Carlos Rafael Rodríguez, que representaba al periódico Noticias de Hoy. En una narración sobre este suceso, Rodríguez cuenta cómo fue retenido en Ellis Island, tildado de peligroso por su ideología, ignorado por la comisión organizadora y puesto por el FBI en una aerolínea que lo trasladó a Cuba.  

Los estatutos establecían que cada país tenía un voto, sin considerar la cantidad de medios de prensa afiliados internamente. La reforma de estatutos de 1950 permitió cambiar el esquema: “un país, un voto” y sustituirlo por: “cada medio, un voto”. Con esta nueva reglamentación, EE.UU. pasó de 1 voto a 424 votos.

A partir de ese momento, quedó perfectamente claro cómo funcionaría la SIP: sin la participación de la
mayoría de publicaciones progresistas, que inicialmente fueron incluidas en la agrupación.

Desde entonces -para numerosos medios- la información también se transformó en mercancía. Desde entonces, muchos medios desestabilizan o mantienen al poder político, de acuerdo a los intereses de sus jefes.

Cuando aparecen los Marroquín por estos lares, ya sabemos por qué -con actitud digna y soberana- no se los recibe en Carondelet.

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