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El Telégrafo

Bravata de otro tiempo

24 de abril de 2012

Lo peor de la reacción del Gobierno español, del derechista Rajoy, es esa fusión entre intereses puramente empresariales y las políticas de un gobierno. Rajoy se ha puesto la camiseta de una empresa petrolera, de la que incluso muchos españoles toman enorme distancia, como si fuese una divisa nacional.

Es que para esa visión de la sociedad española, la que hizo crisis con las burbujas inmobiliaria y financiera, la que ahora recorta presupuestos en áreas sociales, desamparando a los más vulnerables, volver al pasado, al salvaje neoliberalismo, son los únicos colores que interesan. El color del dinero y las apetencias ilimitadas de quienes lo atesoran se han instalado en la Moncloa.

Y ellos son los que ven crisis en otros lados, en la Argentina ni más ni menos, y por eso Cristina Fernández tomó el control de la industria petrolera en su país. Han sido arrogantes, como instalados en un pasado de hace siglos, y han amenazado a toda una sociedad, porque han dicho que los argentinos sufrirán lo indecible por haberse atrevido a dar ese paso.

Repsol venía infligiendo grave daño a la soberanía energética de un país muy rico en recursos naturales, hidrocarburíferos entre ellos, porque no hizo las inversiones necesarias para garantizar la sostenibilidad de una industria que demanda grandes recursos. Esa industria, bien lo sabemos, también permite ingentes ganancias, Repsol ganó más del 20% en 2011, por eso el Gobierno argentino, agotada la paciencia, o más bien acumulada mucha angustia porque crecían las importaciones petroleras, decidió intervenir en esa empresa española.

A Cristina Fernández, la presidenta, la respalda el 74% de la ciudadanía argentina en esa decisión. Sin embargo, y como en todas partes se cuecen habas, hay medios de ese país, como La Nación, que se han dedicado a recoger, mayoritariamente, las reacciones españolas de condena, como si de ese lado estuviera la verdad.

Son fanáticos antigobierno y no importa nada, ni la soberanía ni los verdaderos intereses nacionales, y deberían aliarse con El País, de España, otrora periódico progresista, y circular juntos para consumo de políticos del PP y del PSOE, aunque resulte increíble la postura de este último que se dice socialista.

Argentina ha recibido un espaldarazo de Brasil que ha manifestado su interés, como potencia emergente, por lo que Repsol deja libre. Brasil juega por lo suyo, ya se verá, pero por ahora ahuyenta todos los miedos de la amenaza del establecimiento español. Otros son los tiempos y otras las respuestas.

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