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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Bosko y Admira: No los vamos a olvidar

28 de julio de 2016

La historia está llena de amantes que, por muchas razones, conmueven. En el mundo de la literatura siguen vivos Romeo y Julieta con ese final de muerte que seguirá doliendo hasta donde aguante la memoria. Y, para compensar, el amor delirante de Don Quijote por una mujer prosaica a la que elevó a la categoría celestial de su Princesa Dulcinea.

Pero no todo es literatura. Ojalá así fuera. La vida real está llena de Montescos y Capuletos, rabiosos, vociferantes, atrincherados en banderas y religiones que separan a los humanos, que cuestan vidas y que justifican sus barbaries. Recuerdo – en verdad no recuerdo, sino que no puedo olvidar--, a Bosko y a Admira. Ambos tenían 25 años, estudiantes nacidos en Sarajevo. Bosko era de hogar serbio cristiano. Admira, de familia musulmana. Bosko y Admira soñaban un futuro juntos.

En lo más crudo de la guerra que fue más brutal a partir de las banderas étnicas y religiosas, Bosko habría podido escapar a Belgrado, pero prefirió esperar para hacerlo con Admira. Al final intentaron huir juntos de la ciudad y se adentraron en la zona de disputa. Tenían que salvar menos de quinientos metros para estar en zona serbia. Entonces un francotirador ¿musulmán? ¿cristiano?, le partió el pecho a Bosko, que quedó tendido en medio de la noche. Admira corrió en su ayuda y recibió otro balazo. Alcanzó a arrastrarse, y se unió en un abrazo final a su enamorado. Allí, a la entrada de un puente, permanecieron ocho días.

Los bandos enemigos quisieron recuperar los cadáveres. Intentaron negociar. Los musulmanes dijeron que los cristianos solo podían llevarse el cuerpo del infiel. Los cristianos comunicaron a los musulmanes que solo se llevaran el cuerpo de la infiel. Al final, una noche, un comando serbio pudo recogerlos y fueron sepultados de forma anónima. Tres años más tarde, en 1996, fueron exhumados y enterrados juntos, esta vez en Sarajevo, en la colina de un cementerio. Desde allí se aprecia el cafecito nostálgico en el que Bosko y Admira solían encontrarse.

El padre de Admira se negó a cualquier rito religioso. “Esta no es una guerra entre serbios y musulmanes. Nunca hubo problemas entre  nosotros. Esta es una guerra entre locos y monstruos que están en ambos bandos. Cualquier oración de cualquier creencia, sería un homenaje a sus asesinos. Ni Bosko ni Admira, eran creyentes. Tenemos que respetarlos. Un rito religioso sería una mofa.”

A diferencia de la vida, en ajedrez los sacrificios siempre tienen sentido, y son producto de la inteligencia, no del fanatismo de ninguna creencia.

1: Dh6; Cxh6

2: Axh6 ; Rg8

3; f7 mate.

Izq: Bosko y Admira. Centro: Sus cuerpos, abatidos. Derecha: Unidos finalmente en Sarajevo
Fotos: Internet
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