La infausta noticia del triunfo de Bolsonaro en Brasil, sin duda, empieza a cobrarnos factura en la realidad local, es casi inevitable. Ahora los Bolsonaro criollos se sienten con derecho a llevar adelante su agenda retrógrada, supremacista, homofóbica, sexista.
Así, un asambleísta tiene la desfachatez de exhibir públicamente en un video la promoción de un supuesto reconocimiento que la Asamblea ha otorgado a las iglesias cristianas evangélicas. Este sujeto conservador, devenido en asambleísta, parece que no se enteró del carácter laico del estado ecuatoriano, conquista que bastante costó a este país.
Las agendas filo fascistas que se esparcen por América Latina merecen no solo un enfrentamiento desde el activismo político y social, sino también atención académica. Los análisis del fascismo europeo en su momento, dieron cuenta de una profunda imbricación del fascismo como una ideología fruto de la interacción entre cultura y política.
Para el estudioso del fascismo Zeev Sternhell, este proceso político no constituyó un simple paréntesis en la historia contemporánea, sino que fue parte integral de la cultura europea y significó una auténtica fuerza rupturista que expresó un carácter antimaterialista, antirracionalista y antiindividualista.
De acuerdo con Emilio Gentile, para explicar el fascismo no basta con hablar de oportunismo, mala fe, engaño o ignorancia; se trató más bien de una revolución espiritual contra las supuestas degeneraciones del materialismo capitalista y comunista, del que debía nacer un hombre nuevo en cuerpo y alma. El fascismo más que ser una fuerza conservadora o tradicionalista propugna el activismo y la primacía de la política, deviniendo en proyectos totalitarios que anulan lo privado en favor de lo público.
Esta es la ideología de estas doctrinas fascistas que empiezan a cobrar fuerza en nuestra región, quizás con nuevos ropajes y con un cierto aggiornamento inicial para vestirse de un ropaje políticamente correcto. El discurso y las prácticas políticas contra las “minorías” como mujeres y feminismos, grupos étnicos, diversidades sexuales, movimientos contestatarios y todo aquello que devenga en progresismos, derechos y agendas emancipatorias, corren riesgo en estos tiempos y nos debe poner en alerta permanente. Decía un pensador, con el fascismo no se dialoga, se lo combate y se lo vence. (O)