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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Bolívar geopolítico

18 de julio de 2019

De la mano con la Ilustración y el contexto de la expansión del capitalismo global (S. XIX), los primeros líderes criollos hispanoamericanos comenzaron a pensar la totalidad del mundo con el claro objetivo de conocer cómo se interconectaban las grandes regiones económicas y cuáles eran sus juegos políticos.

Sobresale Bolívar por su capacidad de entender el orbe en su momento histórico, ponderando siempre la información estadística y haciendo verdaderos análisis a partir de datos empíricos cruzados con su visión americanista, para diagnosticar “la balanza del poder” mundial redefinida por la crisis de varios imperios y el crecimiento de otros, creando condiciones excepcionales para la soberanía de la América hispana.

Bolívar visualizó las tensiones entre el imperialismo francés y la unidad anglosajona del norte, que desacreditaba a Bonaparte acusándolo de despótico, como estrategia para enmascarar el propósito de fondo: el control marítimo (1814). Como sabemos, la emergente potencia industrial requería mantener el poder naval, operar el tránsito de mercaderías y desarrollar el monopolio del transporte.

El mundo se reorganizaba, Francia había apoyado discretamente la independencia de Estados Unidos y a su vez Inglaterra promovía las independencias en la América hispana. Tal cual como hoy, el poder global, el mercado y las materias primas estaban en el centro de la cuestión.

En el mapamundi descrito por Bolívar, también aparecen las naciones históricas de Turquía, China, Persia, Tartaria y del antiguo Imperio romano. El gran político visualizó a los Estados Unidos, sobre los cuales dijo que seguirían la conducta aritmética de los negocios (1820), y que parecían “destinados por la Providencia para plagar a América de miseria a nombre de la libertad” (1829).

El mapa de América Latina, visualizado por el Libertador, consideraba el peso específico del Alto Perú (Bolivia actual), Perú, Río de la Plata, el Reino de Chile, Nueva Granada, el Reino de Quito, Venezuela, Nueva España (México), las provincias de Panamá y Nicaragua y las islas de Puerto Rico y Cuba, los cuales serían coordinados por un organismo localizado en Panamá, de tal forma que ningún Estado sería débil con respecto a otro, “estableciendo un “equilibrio perfecto” en el nuevo orden, integrado fundamentalmente por la gran “federación de Perú, Bolivia y Colombia”. (O)

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