Aló, Euler. Ya sé que se murieron tus huesos. Yo estuve ahí, pero no los vi, los poetas son cosa rara, no son óseos; andan flotando con sus cuerpos de palabras, haciendo biblias melancólicas, descarnadas y premonitorias, “poesía difícil de roer”.
-Oye Euler, ¿me escuchas bien? Ya sé que no necesitas ni celular, ni WhatsApp ni nada, porque tienes oído de poeta inmuerto.
-Verás, te cuento, como fui al sepelio de tu inmortalidad y no vi tus huesos, salí a buscar tus Cochinones, Inutilmanía, Delicatessen; en fin, tu Acabose, tu Lado flaco, y entonces, impávida leí, releí, recontra leí, como escuchándote decir en sonido escriturado: “No hay componte / a tu Ecuador se lo llevan en andas los / ladrones”.
“Porque blablablá / la productividad y las ganancias, / el desarrollo y la tecnología, / la siembra del petróleo, / ‘estamos sentando las bases / de una sociedad más justa, / nos estamos sacrificando por la patria’. … blablablá”.
“De qué soberanía / de qué patria, / de qué servicio al pueblo, / de cuál independencia, / de qué conciencia cívica, /de qué heroísmo, / de sacrificios cuántos, / de qué ‘fuerza del cambio’, / aquí tan solo cambia / el nombre de los muertos. / Nos conmueven, / nos van hacer llorar / con su burda y untuosa cantaleta. / No nos ahoguen antes de hora / que estamos hasta el cuello / con sus frases genéricas / … Nunca. / nunquísima / requetenunca el pueblo / sentado a vuestro lado”.
-Alo… aló, te oigo, Granda. No cuelgues ahora: “Nos llenan el día con ratones”, con “garrapatas negras”. Di algo, por favor, para calmar esta angustia de malapatria. “La poesía es la pariente pobre, / la inútil floritura, / la chiflada / que en vez de sesos tiene en la cabeza / un aeropuerto para las gaviotas. / Y cuando nadie espera nada / la poesía / saca de la manga el arcoíris…/ En cambio / el poder es otra cosa, / eso sí es otra cosa. / El poder es el parche poroso, / la divina pomada, / el mentol chino; / con el que no necesitas zapatos de taco alto / ni escaleras. / El poder es ganzúa, / aceite tres en uno, /alzativo, / bajativo, / cosmético, / como en papel de mosca”.
Euler Granda nació en la provincia de Chimborazo en 1935, residió en Quito, murió en Portoviejo en 2018. Fue médico psiquiatra y dedicó toda su vida a la poesía existencial y social, para humanizar y confrontar la realidad de su patria históricamente expoliada por la injusticia. Aunque habló extensamente consigo mismo y su soledad, escribió sobre el amor y vivió alegre. Él mismo reveló que “sin ser camello, le fue dado el don de atravesar el ojo de una aguja”. (O)