De acuerdo con Louis Marie Morfau: “El bien es un concepto normativo fundamental en el orden ético (como lo bello para la estética y lo verdadero para la lógica) que designa aquello que es conforme a la norma o al ideal moral; no confundir con el deber, que implica una idea de obligación y obediencia. Sumo o soberano bien: aquello a que el individuo aspira como fin último que le procuraría un contentamiento total. Bien común: todo aquello que material o espiritualmente contribuye al bienestar de un grupo, familia, empresa, etc. Bien público: lo que sirve al interés general de una sociedad institucionalizada”. El bien en filosofía se lo considera como un valor moral supremo. En el bien público las personas utilizan los bienes y servicios públicos como las calles, bibliotecas, parques, escuelas, etc. de acuerdo a ciertas normas. No pueden hacer lo que les dé “la regalada gana”. Lo contrario de los bienes públicos son los privados. Los negocios privados, en la mayoría de las sociedades, son legítimos. Es inmoral que una persona o grupo que se convierten en servidores y administradores públicos se aprovechen para sus intereses privados. Si alguien quiere beneficiarse particularmente de una institución pública, tiene que dejar de ser un servidor público. Se da un conflicto de intereses.
El consenso, en el más alto nivel, es cuando diversas personas y grupos de intereses y concepciones diferentes descubren y aceptan lo que es común entre ellos, en beneficio del bien público. Esos acuerdos y conformidades son necesarios y fundamentales para la concordia en una sociedad.
Un nivel muy bajo de consenso, que se ha dado generalmente en la política ecuatoriana, y se da entre los politiqueros y personas de pocos valores, es cuando el bien público es sacrificado y repartido entre los diferentes individuos y grupos. Se ha dado un egoísta reparto de troncha. En esos casos, el bien público tronchado violentamente desaparece repartido entre personas y grupos que tienen ese destructivo interés común. Los intereses comunes particulares no tienen nada que ver con el interés común público, de bien público: de comunidad, país, patrimonio natural y cultural público.
Quienes actúan en las funciones públicas repartiendo y aceptando tronchas para tener o mantener poder, deben ser repudiados y castigados por la conciencia colectiva. Quienes consensan y reparten tronchas de los bienes públicos, traicionan la confianza depositada en ellos y al bien público.