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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Bendiciones, cada día

11 de noviembre de 2023

La vida está llena de momentos mágicos que a menudo pasamos por alto en nuestra rutina diaria. Son las pequeñas cosas que embellecen nuestra existencia, recordándonos que la felicidad puede encontrarse en lo más simple. Son destellos de alegría que se producen en nosotros, nos hacen sentir como niños, asombrándonos siempre ante la belleza de la creación y de la generosidad humana. Voy a compartirles ahora algunos de esos momentos en mi vida.

Un día, caminando por la ciudad, mi madre me hizo detener para que yo observara la perfección de una flor diminuta, que salía entre los ladrillos de una pared, tenía un color refulgente y todos los detalles de una flor de mayor tamaño. En ese instante, ella me enseñó la importancia de apreciar la belleza en lo pequeño, de encontrar la magia en los detalles.

Y así he vivido, encontrando esa magia.  Recuerdo que una ocasión, mi corazón explotó de alegría al encontrarme con una escena conmovedora. Mientras yo avanzaba por la calle para darle el encuentro, una chica joven –a la que yo había ayudado a establecerse en Quito–, venía hacia mí, cargando en uno sus brazos una piña y en el otro una papaya. Quería demostrar su agradecimiento por el favor que le hice. Su gesto humilde me abrumó. Constaté que la felicidad sale a tu encuentro en los momentos menos esperados.

La vida nos sigue sorprendiendo mostrándonos, de vez en cuando, su cara más amable. En el feriado de hace pocos días, recibimos en mi casa un delivery que contenía colada morada y guaguas de pan perfectamente empacados. Era “afecto a domicilio” enviado a nuestra puerta, recordándonos la calidez de la familia que siempre vela por nosotros.

Y, así cosas fascinantes nos suceden cada día, si tenemos la ingenuidad de recibirlas.  Así me llegó una cajita diminuta. Una copia de los girasoles del Museo Van Gogh en Amsterdam en un pequeño objeto que cabía en la palma de mi mano. Mi sobrina se acordó de mí, después de terminar su maestría en Europa. Al asirla entre mis dedos mi corazón estallaba de felicidad: me dí cuenta no sólo de mi aprecio por ese arte maravilloso, sino también por el significado de consideración y el cariño que transmite un gesto sincero.

Incluso en momentos difíciles, podemos disfrutar de los detalles con que la vida nos sorprende. Cuando mi marido y yo enfrentamos un Covid grave, experimenté de nuevo la alegría del agradecimiento al recibir el pan nuestro de cada día. Mi tocaya Ximena nos lo traía sin falta, diariamente, a la casa. La delicadeza de su corazón impregnaba el olor con el que llegaban las palanquetas. Una acción que podría parecer insignificante, pero que iluminaba nuestros días.

Un anécdota que quisiera compartirles también y que ustedes la encontrarán graciosa está envuelta en canciones religiosas y velas y sucedió hace más de treinta años. Era la época de las apariciones de la Virgen del Cajas, y estaba con mi familia en el páramo. Usaba un sacón de lana con bolsillos que me había prestado mi prima cuencana. De pronto, metí la mano en el bolsillo y me encontré con un fajo de billetes. Mi prima se lo había dejado olvidado desde hace tiempo. Las bromas no tardaron en llegar: “cuando te pregunten si sucedió un milagro, simplemente les cuentas con lo que te encontraste”.  Entre risas vimos todos cómo puede ser de frágil la memoria y, al mismo tiempo, experimentamos la magia de descubrir tesoros escondidos.

Cierro este artículo con la imagen de una de mis amigas, una voluntaria  norteamericana que era tan gentil, que me preparaba un sándwich y un jugo para visitarme y llevarme a almorzar en el parque cercano a mi oficina. Lo hacía para evitar el que yo utilizara mucho tiempo a la hora del lunch. Su gesto llenaba mi corazón y subrayaba la importancia de compartir momentos sencillos pero llenos de significado con las personas que apreciamos.

Estas historias son solo mi forma de hacerle acuerdo, queridos lectores y lectoras, de las pequeñas alegrías que dan color a nuestra existencia diaria. Son chispas de magia que nos conectan con la esencia de la vida y nos recuerdan que, a veces, las cosas más simples son las que más importan. Como dice la autora norteamericana Nora Roberts: "La grandeza de una melodía radica en las notas aparentemente insignificantes que la componen".

O como lo dice también, de forma muy delicada, Rob Thomas en su canción “Little Wonders” que en una de sus estrofas canta así “Our lives are made/In these small hours/These little wonders/These twists and turns of fate/Time falls away/But these small hours/These small hours/Still remain”. Y en la traducción “Nuestras vidas están hechas/de estas pequeñas horas/de estas pequeñas maravillas/de estos giros y vueltas del destino/El tiempo se va/pero estas pequeñas horas/estas pequeñas horas/ se quedan con nosotros”.

 

 

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