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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

Basta ya, ¡no más telebasura!

25 de septiembre de 2015

Ya lo dijimos hace dos años (ver EL TELÉGRAFO, 25 de octubre 2013): en el programa Ecuador tiene talento “no se trata de descubrir talentos ni contribuir al desarrollo de la cultura nacional, se trata de hacer un buen negocio. Este tipo de programas (franquicias) establecen con claridad que no hace falta que los jurados sepan de música o peor de arte, basta con que sean ‘personajes’ más o menos conocidos, en general mujeres ‘guapas’ cumpliendo roles específicos: una ‘light’, una ‘mala’ y una ‘buena’. Y punto”.

Y así, nuestra televisión hace varios años navega en la más absoluta mediocridad. Sin el más mínimo rubor exhibe ratings basados en mostrar culos y senos, contar historias con chistes machistas y discriminatorios, y apelar, sin respeto alguno, a los bajos instintos para lograr fidelidad de las audiencias. Es decir, se nutre de la basura para vender programas basura.

Excepciones sí, pero contadas con los dedos de la mano. El propio Ecuavisa tiene un programa al que debería dar mayor importancia, más recursos y más promoción: Los doctores, por citar un buen ejemplo. Lamentablemente, su línea informativa, evidentemente sesgada, arruina un programa de investigación, Visión 360, tan necesario y útil para el país.

En el caso de Ecuavisa, se han cruzado los límites y las mínimas líneas rojas de los más elementales requisitos de responsabilidad, ética y respeto que debe, a toda costa, imperar en los medios de comunicación.  Y por ello, frente a los episodios registrados -las chicas ‘Miau’ y la horrible crítica a una participante por no ser creyente-, muchos nos hemos indignado. Y más, porque se trata de Ecuavisa, un canal que tradicionalmente había sido respetuoso y no había caído en las redes del negocio televisivo: la crónica roja, el escándalo, el sensacionalismo y el amarillismo. Pero eso era en otros tiempos, en un pasado que, en este caso, siempre fue mejor. Personalmente me duele, porque guardaba un respeto por Ecuavisa, y es más, cierto cariño, pues trabajé, cinco años, en sus informativos.

Es la perversidad del rating. No importa acudir a cualquier artimaña para elevar las audiencias y ganar a la competencia. Y así, tenemos una escalada de crónica roja, cursilería y violencia de todo tipo; verbal, gestual, sexual. Realities vergonzosos y deprimentes. ¿Es el reflejo de la sociedad en la cual vivimos, como dicen algunos? No. El Ecuador real no se refleja en la televisión. Ecuador sí tiene talento pero, obviamente, no está en los medios de comunicación masivos.

Muchos comentarios afirman que la culpa es de los propios televidentes. Es otra falacia propagada por los mismos medios: “Les damos lo que los televidentes piden”. Falso. Es un círculo vicioso generado por los propios medios. Se han dedicado a ofertar un solo tipo de programas para formar un público (construir un gusto, dirían los publicistas) de tal manera que no exijan otro tipo de programas y consuman solo televisión chatarra. Pero es hora de romper el círculo.

Lamentablemente, en dos años de vigencia de la Ley de Comunicación, poco ¿o nada? se ha avanzado. La Supercom, en lugar de dedicarse a organizar ferias con ruedas moscovitas y patios de comidas, carreras de autos antiguos, exhibiciones de perros amaestrados -que en nada contribuyen al 1x1 y peor a consolidar la incipiente industria musical- debería asumir su responsabilidad para generar un nuevo espacio que permita romper ese perverso círculo para que Ecuador pueda tener una televisión digna.  

Los ciudadanos debemos empezar a ejercer nuestros derechos como televidentes activos, organizar veedurías y decir: ¡Basta ya de tanta telebasura! (O)

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