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El Telégrafo
Carlos Silva Koppel

Con esto bajarán los precios

10 de febrero de 2020

No fue sino hasta hace unos días mientras compraba en el supermercado de una cadena reconocida, que se me ocurrió lo que propondré hoy, luego de emitirle el siguiente comentario al cajero: “el descuento que se hace en este producto se recupera en estos otros, porque los dueños de la corporación jamás pierden”. Él me responde, pensando que me quejaba cuando de hecho le estaba enseñando algo, al también como yo, sujeto de clase media -pero ustedes bien que vienen a comprar-.

¿Ha visto cómo están de atestados los centros comerciales los fines de semana? Es impresionante cómo familias numerosas se mandan sus festines en los patios de comidas. Sin pasar por alto que dejan todo hecho un basurero, la sin piedad del consumo me llena de preguntas. Usualmente decimos: “¡Ahí está! ¡dinero sí hay!”.

El idilio con ser consumidores es que en verdad somos irresponsables. Caemos en el juego de las grandes empresas y monopolios al pagar de más por algo que, realmente es muy barato.

Cuando damos nuestro dinero a cambio de un producto ¿qué pagamos? En el caso de comprar alimentos muchas veces fríos, mal servidos o mal preparados en un patio de comidas cuyo precio no lo justifica, ¿por qué cosa estamos pagando?

En el cine, por ejemplo, donde la gaseosa con las palomitas no deja de costar diez dólares. O si se trata de la carísima educación, ni se diga cuánto vale una maestría o los excesivos $ 570 que cuesta un módulo de alemán. Es un robo.

La fórmula a aplicar es: cuando se solicita taxi por aplicación, en ciertos momentos los precios están por las nubes… no lo acepte. Aguarde hasta que se “regularice”.

El pudiente diría: “si no le gusta, no compre”. Y sí, por ahí va la cosa, pero acordemos todos en hacerlo. No todo puede ser regulado por el Estado, por eso nosotros como consumidores tenemos el deber de poner a funcionar a las grandes corporaciones como queremos y como nos convenga como sociedad.

Si es ridículamente caro, no lo consumamos. Es una buena manera de ser políticos. (O)

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