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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Ayuno en redes

03 de enero de 2019

La adhesión de individuos a las redes sociales se ha mantenido en ascenso, incorporando constantemente a todos los grupos etarios y de manera significativa a adultos mayores.  Hasta hace poco, nada hacía presumir que grupos de jóvenes se convirtieran en aves migrantes, dispuestas unos a cambiar de redes, otros a aminorar su uso, incluso dejarlas, al reconocer que les produce cansancio, tristeza y depresión.

Este fenómeno parece estar evolucionando en algunos países europeos, donde se está formando una conciencia acerca de los problemas que producen la dependencia, la cantidad de trabajo humano a su servicio y la consecuente afectación en la salud mental, por el sobre consumo de información virtual, acoso y despliegue de mensajes nocivos, producidos por sujetos igualmente prisioneros de las redes y de la vida virtual.

Pero no todo parece ser casual ni mera reacción de conciencia social. El abandono de ciertas redes sociales tiene que ver en algunos casos, con la competencia entre las empresas comercializadoras y productoras de aplicaciones y marcas, que provocan el cambio hacia  nuevas opciones. Por otra parte, el fenómeno también está relacionado con la lucha que se está librando en el campo de la religión. Ese es el caso de una iniciativa empresarial religiosa de Brasil, que ha creado la red Faceglory, adhiriendo a unos 100.000 seguidores evangelistas y rivalizando con Facebook.

Su apuesta promueve la misma forma tecnológica, pero sustituye el “me gusta” por el “amén” y censura unas 600 palabras claves consideradas desafiantes para la moral cristiana protestante, porque se relacionan con contenidos eróticos y violentos. Otro caso análogo es el de  un “profeta” que propuso con gran éxito a los jóvenes de su iglesia, llevar a cabo un “ayuno de siete días en las redes sociales”. En el campo de las redes sociales entran en juego no solo los intereses económicos de las empresas propietarias de las aplicaciones tecnológicas, sino también el control de contenidos, una especie de guerra de púlpitos para ganar la siempre disputada hegemonía.

En el caso de América Latina, el protestantismo parece avanzar deslizándose sobre la pista de las redes sociales, una vez allanado el camino por las ideas sustantivas de la salvación individual y el destino escrito, que aparentemente señalan al escogido por el reino de los cielos, según la donación de sobre trabajo y por la acumulación material, una respuesta que muchos buscan asimilar, para superar la angustia existencial, propia de estos tiempos. Todo cambia siendo lo  mismo, sólo que esta vez se promete llegar al cielo pasando por la autopista del infierno virtual. (O)

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