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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Autolesionarme

09 de agosto de 2020

La historia de violación de la semana pasada no termina ahí. Recordemos que la víctima, después de lo sucedido, se autolesionaba. Continuaré el relato con sus propias palabras:

“Después de la violación, tomé la decisión de hacer como que nunca hubiera sucedido. Pero no era tan fácil: esos recuerdos me atormentaban constantemente y no sentía motivación para ir a clases. Además tenía una profesora y algunas compañeras que me discriminaban porque yo era ecuatoriana. Los recuerdos de la violación, el bullying en el colegio y los malos tratos de mi padre y de las mujeres a quienes me entregó para que me ‘cuiden’, me llenaron de depresión y seguía autolesionándome sin darme cuenta.

La hermana de la amiga de mi papá a la que él entregó mi cuidado, tenía una hermana que trabajaba en colegios de pueblos cercanos a Chiclayo. A uno de esos colegios me llevó para que siga mis estudios y me gradúe del bachillerato. El pueblo, llamado San Juan de Udín, era un poco lejos y esa mujer y yo nos fuimos a vivir allá para evitar los traslados. A pesar del frío que hacía y que en el lugar que vivíamos había ducha de agua caliente, ella me obligaba a bañarme en agua fría; era tan fría el agua que, cuando me bañaba, mis dedos se ponían morados. También había días que no comía.

Obviando los malos tratos, me fui a vivir con mi papá a Chiclayo para estudiar la universidad; la convivencia con él no mejoró: apenas lo veía y tenía que atenderlo.Yo ponía mi mejor esfuerzo pero él nunca estaba satisfecho. Siempre encontraba algún motivo para humillarme: ‘bruta, tonta, nadie te quiere, ni tus hermanos te quieren’.

Además de acabar continuamente con mi autoestima, había otra cosa que no me permitía estar tranquila: mi padre miraba mi cuerpo en una forma que me hacía sentir incómoda.Todo eso soporté hasta que, un día, descargó toda su furia contra mí y me pegó. Yo tenía el teléfono cerca y pude llamar a mi mamá. No sé cómo hizo pero mandó a la policía de Chiclayo que me sacó de ahí. Él se escondió y los policías me llevaron a una dependencia policial donde me reencontré con mi mamá y regresé a Ecuador. Ahora vivo con mi hermana, espero continuar mis estudios. Pero con ella es la misma historia de maltratos y abusos.” (O)

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