El 1 de octubre Ecuador vivió la oportunidad democrática de escuchar en el debate público cómo cada candidato posiciona sus propuestas y expone sus planes de gobierno en los cuatro temas priorizados para abordarse en este espacio: economía, seguridad, temas sociales y política.
El segundo debate tuvo una mejor moderación y permitió que los candidatos tuvieran mayor fluidez y que la ciudadanía obtenga mayores elementos de análisis, respecto del potencial de operativizar los planteamientos de cada plan de gobierno. No obstante, se pudo evidenciar que en ciertas áreas hay imprecisiones tanto en los datos mencionados, como en algunas de las propuestas que expusieron.
Se habló de atraer la inversión extranjera y fortalecer alianzas público-privadas, pero sin seguridad jurídica ¿cómo se lo lograría? Sin duda la reactivación económica es prioritaria, sin ello no puede haber un sistema de protección social robusto; hace falta tener ese sentido de urgencia para tomar decisiones que no pueden dilatarse más, aglutinar voluntades para generar consensos y administrar la escasez ante un evidente déficit fiscal y en un contexto que demanda ingentes recursos económicos.
Dentro del eje político se habló de manera muy general sobre la corrupción que a todo nivel es una enfermedad que ha colocado al país en una situación de agonía. Se hubiera esperado mayor firmeza al respecto en donde se plantee cómo el gobierno electo dejará de ser tan tolerante ante las conductas, que desafortunadamente, se han asumido como normales en el ejercicio de la cosa pública.
Hay evidencia clara de la distancia que existe entre las dos líneas políticas y eso es legítimo, discrepar con respeto y argumentos es saludable; pero es preocupante que no existan visos de cooperación en un entorno fracturado donde las crisis actuales y las que se vienen, como el fenómeno del niño, podrían comprometer seriamente el desarrollo del país.
La coyuntura de Ecuador demanda de respuestas no tradicionales y articuladas, lo que implica que la cooperación es ahora más que nunca, un imperativo; esto significa que, para promover una gobernanza positiva, hay la necesidad de actuar juntos y en asociación: Estado, sociedad civil y sector privado. No es posible percibir la intención de facilitar ese escenario en las intervenciones de los candidatos y este, podría constituirse en uno de los mayores desafíos que enfrenta la nación, independientemente de quién obtenga la victoria el 15 de octubre.
Es ahora que la ciudadanía, con las cartas sobre la mesa, deberá elegir a quien le represente mayor confianza y posibilidad de responder efectivamente a las demandas de la mayoría, bajo la máxima de que se requiere de manera urgente una visión compartida del territorio.