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El Telégrafo
Duglas Rangel Donoso

Los audios y la soberbia

28 de enero de 2020

Los árboles hicieron silencio y todo lo existente empezó a congelarse. La tierra temblaba de frío, los océanos, mares, ríos, cascadas, se convirtieron en caminos de hielo donde congelados quedaron animales, humanos y hasta peces. El sol era más frío que la muerte del olvido. Hasta Dios quedó congelado en asombro y quemeimportismo. Todo esto sucedió cuando los árboles hicieron silencio.

Este, el mejor de los tiempos. Este, el peor de los tiempos. Tiempo de la soberbia, de la manipulación de la información. De grabar audios ilegítimos y exponerlos como supuestas verdades. Este, el tiempo de cínicos que quieren presentarse como reservas morales siendo vulgares cuenteros y falsos valores. Soberbio este pequeño hombre. La misma antigua soberbia de todos los tiempos, de todas nuestras tragedias políticas.

La soberbia, la mentira y la falsedad, dueñas del mundo. La soberbia queriendo dictar nuestro destino; la ira enciende, es la violencia, madre de las furias; se quedan y no se quieren ir soberbia, falsedad y envidia: impiden, imponen, subsisten, como la palabra democracia convertida en arenas movedizas. Ser soberbio es el deseo de ponerse por encima de los demás. Dice Savater que la soberbia es exigir primero yo, primero yo y después yo.

En estos días, el país sometido a la vergüenza por la publicación de unos audios grabados ilegítimamente que juegan con la verdad, siendo todo un juego de las falsedades. Santiago Cuesta es amigo personal del Presidente. ¿Desde cuándo está prohibido que un primer mandatario tenga amigos? Y después se quiere involucrar a la familia Sonnenholzner con el negocio de las vacunas. ¡Desfachatez entera! Yo conozco a don Ramón desde la aparición de los primeros cocodrilos en el estero de Guayaquil y nunca supe que reparte vacunas y desodorantes. Doy fe de su honorabilidad y buena gente. Los Sonnenholzner son gente libre, y la libertad trae más libertad. Los cafés con él en la cafetería del Oro Verde son clásicos. Allí sí se decide la suerte de los equinoccios y las diosas se pasean bailando tongo en tanga y tutú. Todo un show mediático que imponen el poder de la soberbia y la mala fe. (O)   

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