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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

Assange, el maldito de ayer es el ángel de hoy

26 de julio de 2015

Muy ‘ilustres’ comentaristas apalearon a Julian Assange y a WikiLeaks tras recibir asilo en una embajada ecuatoriana. No faltaron esos ‘lúcidos’ caricaturistas. Un comentarista demolió al activista digital y lo tachó de delincuente, violador y pervertido. Dijo: cómo un país como Ecuador puede acoger a un tipo de esa calidad moral. Y en esa línea de ‘pensamiento’ reprocharon la publicación de los cables de las embajadas estadounidenses, los videos donde se revelaban los asesinatos de civiles en las guerras desatadas contra los pueblos de Irak y Afganistán. Hoy se cumplen 5 años de esas revelaciones.

Lo curioso es que todos los periódicos privados del mundo -entre ellos dos ecuatorianos- que recibieron los cables se entusiasmaron tanto con ellos (¿alguien sabe cuánto pagaron por eso o qué dieron a cambio?) que parecían los fundadores de una nueva era del periodismo. Pero les duró poco: cuando se supo que habían ocultado muchos cables y cuando WikiLeaks los puso a disposición de todo el mundo, perdieron toda credibilidad porque la transparencia que supuestamente defendían se opacó y enlodó. ¿Se ‘desfundó’ el periodismo?

Y todos esos periódicos denostaron hasta el sarcasmo el activismo de Assange. Hicieron largas explicaciones para no defender a quien les había proporcionado material informativo y luego se convirtió en un revelador de su verdadera naturaleza empresarial y para nada periodística. Y como el gobierno de Rafael Correa otorgó el asilo (hace tres años) hasta caricaturizaron que los ‘dos monstruos’ se unieron en contra de la humanidad, las libertades y los derechos humanos.

Por estos días hay, paradójicamente, un enorme entusiasmo y algarabía por las revelaciones de WiliLeaks sobre los correos de Hacking Team con diversos gobiernos. Quienes condenaban la exhibición de los cables de las embajadas estadounidenses hoy gozan y hacen apología del hackeo. Con excepción de algunos firmes militantes del internet libre, los periodistas, entrevistadores, caricaturistas y comentaristas ahora están sedientos de que se divulguen más correos y que WikiLeaks les haga el ‘favorcito’ de darles más material para trabajar contra los ‘gobiernos fascistas y totalitarios’ del mundo.

Y casualmente, en estos días visita Ecuador el maestro español Víctor Sampedro. Su libro -El cuarto poder en red. Por un periodismo (de código) libre- es quizá una de las mejores obras para entender el cambio de época en el oficio de los periodistas y este nuevo universo creado por los hackers Assange, Edward Snowden y Chelsea Manning. Al hacer un repaso de todo lo ocurrido desde 2010, Sampedro también, en una defensa apasionada del periodismo, retrata nuestra real situación frente al escenario político de grandes potencias y empresas de comunicación ligadas a enormes poderes económicos y militares puestos en duda y al desnudo por unos ‘simples’ hackers. Aquí su esencial postura:

“No está claro si en el futuro las relaciones entre hackers y medios serán simbióticas o parasitarias. No sabemos quién hará de rémora, que avanza a costa de su compañero de viaje, retomando el símil de los tiburones. Pero tenemos razones para sostener algunas certezas. WikiLeaks logró pegarse al costado de los grandes medios para llegar muy lejos. Y llegó más allá de donde nadie había soñado antes. Y, una vez allí, no entendimos que una glaciación llegaba a su fin. Claro que había surgido un nuevo ecosistema informativo. Pero porque emergía el Cuarto Poder en Red, el contrapoder informativo de una sociedad civil transnacional. Embarcada en un rompehielos, abría rutas desconocidas”.

Por eso cabe mencionar los dos hechos. De Hacking Team hay un gran revuelo, sin mayor criticidad, con el único entusiasmo de que supuestamente con eso se hiere al Gobierno. Del libro y del autor español ni una línea, cero ‘publicidad’, debate o reflexión. Claro, cuando de complicar un poco la cosa, de poner al pensamiento en escena y/o de pensar más allá de ciertas pasiones, los libros y los autores que contribuyen a entendernos más quedan excluidos. Cero periodismo.

Si lo de Hacking Team es cierto, hay que poner en discusión pública las responsabilidades. Sin ninguna duda. Pero también hay que discutir, con todas las herramientas del pensamiento, el uso perverso del tema de aquellos medios que denigraron a Julian Assange por revelar casos legales, hechos judiciales, crímenes, negocios y conflictos imperiales, de espionaje y violación de derechos humanos fundamentales.

¿Maldito ayer? ¿Ángel magnánimo, digno de toda gloria hoy? Ni lo uno ni lo otro. Assange es un ejemplo y reto para el periodismo responsable que nos hace falta para una profunda revolución democrática, pensada y hecha para las futuras generaciones y no para el revanchismo político coyuntural. Pero también para forjar un periodismo verdaderamente libre. (O)

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