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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Así se recibe a los indeseables

Historias de la vida y del ajedrez
01 de octubre de 2015

“Ustedes no son capaces de construir una guardería sin robarse la plata. Y hablan de construir la Patria. No me crean pendejo, manada de corruptos.” El que así se expresaba contra los políticos de su país, se llamaba Omar Torrijos y murió en condiciones extrañas, dicen algunos.

Su avión se estrelló entre la bruma, en algún lugar de las montañas panameñas. John Perkins, investigador estadounidense, en su libro Confesiones de un sicario económico, afirma que el accidente no tuvo nada de accidental. Para arrojar más sospechas y más luces, recuerda que los EE.UU invadieron a Panamá en 1989 y sus tropas se llevaron todo lo relacionado con la investigación del accidente.

Torrijos, personaje incómodo, tenía una historia que había empezado mucho antes de nacer, cuando Panamá se desprendió de Colombia. En un preacuerdo para la construcción del canal, Colombia entregaba a los EE.UU una franja de 1 kilómetro a ambos lados del canal, y su uso por cien años. El Congreso colombiano se opuso. Un senador norteamericano pidió esperar “hasta cambiar a los animales que gobiernan en Colombia”. El presidente Roosevelt no esperó, envió sus naves, cañoneó, y Panamá se hizo nación. El nuevo acuerdo con Panamá cedía una franja de ocho kilómetros a lado y lado del canal, y el uso a perpetuidad.

Y cuando Torrijos llegó al gobierno, exigió cancelar la cláusula de perpetuidad por considerarla una infamia. Después de negociaciones arduas, con el acuerdo Carter-Torrijos se fijó la devolución del canal a Panamá en 1999.

La noche anterior del viaje a Washington para firmar el tratado, ya de madrugada, Torrijos saboreaba algunos rones y más de un sueño político, con dos amigos: Graham Green y Gabriel García Márquez. Entonces les dijo: “El avión despega en 5 horas. Me acompañan a Washington a firmar el tratado que nos devuelve el canal.” Los dos respondieron que estaban en la lista de ciudadanos que no podían pisar suelo norteamericano por ser considerados “indeseables y sospechosos de apoyar el terrorismo.”

Torrijos entonces llamó a un funcionario y ordenó urgente pasaportes diplomáticos para Graham Green y García Márquez. A las siete de la mañana, un poco oliendo a ron, y sin mucho dormir, tomaron la nave presidencial para aterrizar a medio día en Washington. Allí fueron recibidos con todos los honores militares: himno nacional y cañonazos de honor.

En medio de la ceremonia, en baja voz, García Márquez dijo: “Somos indeseables, y miren cómo nos reciben. Esto solo nos pasa a nosotros”. Graham Green le respondió: “No. Esto solo les pasa a los Estados Unidos.”

En ajedrez, también, lo mejor es el papel que juegan los humildes.

1: C6A+, R2R

2: C8C +, R1R

3 : D5T mate

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