Publicidad

Ecuador, 06 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Asedio y violencia neoliberal

07 de marzo de 2016

Hace varios años, en este mismo espacio, se decía que quien creyese que el neoliberalismo había muerto producto de la emergencia de la izquierda progresista, simplemente imponía un deseo frente a la realidad. Durante una década el neoliberalismo estuvo sin rumbo, no por falta de contenido ideológico, sino por la incapacidad de sus facciones de integrarse en un programa político conjunto.

El caso ejemplar ha sido Venezuela. Lentamente los sectores corporativos han ajustado sus diferencias con un claro enfoque regional, continental. Ese ajuste de diferencias les ha permitido retomar el ideario neoliberal en sus premisas más supranacionales. Sus peores momentos los vivieron cuando se enfocaron en lo local, en lo nacional. Cuando observaron que la movilización de fuerza a nivel regional tenía mejor impacto táctico lograron generar un proyecto común de integración de una oposición a todos los gobiernos progresistas. Han pasado varios años y los resultados ya se evidencian. Primero el ‘pánico’ que han producido ciertas derrotas electorales de la izquierda progresista en sus mismos militantes. Un aire apocalíptico se apodera de ciertos grupos caracterizados por una debilidad ideológica más que política que los hace caer en el juego de la arremetida y de los 140 caracteres. Parece que el fantasma neoliberal se ha convertido en una realidad que tortura el comportamiento político. A cada ‘revés’ electoral, parecería que todo se cae, se desmorona, pero eso también sucede con ciertas ‘novelerías’ ideológicas: un día posneoliberales, otro día pospolíticos, uno más, de pronto, leninistas, etcétera. Todas reacciones en búsqueda de soportes ideológicos en tiempos -nada nuevos- donde otra vez se desvaloriza la ideología.

Si algo ha caracterizado a la izquierda progresista es que tiene profundos valores, principios, identidad propia, es decir: ideología. Esta izquierda ha tenido éxito por ser muy pragmática pero con ideología, contraria a ese pragmatismo crudo, burdo y mercantil de la política clientelar de la vieja izquierda o de las derechas que creen que el acto es todo y la reflexión nada. La historia de las luchas sociales en América Latina nos enseña que no puede haber acción sin reflexión: antes, durante y después. Que la acción es reflexión activa. Que ese cuento del sujeto y objeto no tiene sustento alguno, como bien se lo sabe hace más de cien años. Se confunde rigurosidad política con rigidez cognitiva, política. Y ahí es cuando el pragmatismo neoliberal ha tomado ventaja. Asustando al progresismo. Ahora, en los casos de Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc., como nunca antes los medios de comunicación privados han cerrado filas. Sus corporaciones continentales y mundiales dictan políticas mediáticas para modificar el espacio público. Combaten sin ningún pudor contra los regímenes progresistas y donde ahora son mayoría han impuesto regímenes de terror mediático. Han salido a tomar la revancha a la izquierda, sin límite alguno y es evidente que están dispuestas a todo. La lección es que no necesitamos más discurso de las políticas públicas ni marketing, sino discursos de la política como disputa permanente. Dejar ser reactivos y tomar posiciones de avanzada. Empezar una y otra vez. No temerle al fracaso porque este siempre es temporal, como también lo es el éxito. La política, si se reduce solo a planificación, pierde su valor central, que es disputar la verdad del mundo para transformarlo. Más revolución y menos reformismo. (O)

Contenido externo patrocinado