La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 2021 como el año de las verduras y las frutas. Estas tienen la voz. Imaginemos cuáles serían los principales desafíos de las frutas y vegetales ecuatorianos.
Las papas, los camotes y las remolachas han sido seleccionadas este año para organizar las elecciones. Se requiere que estas se sacudan de la tierra y de toda la suciedad para garantizar elecciones limpias y transparentes que puedan ser exhibidas a la luz y que no se lanchen precisamente por la oportuna caída del sistema informático como en elecciones pasadas.
Todo parece indicar que la chacra, este año, estará conformada por saludables arándanos celestes, naranjas que nacieron verdes y unas cuantas ocas, mellocos y mashuas con el olor a la misma tierra mojada.
Si los delicados arándanos celestes no son cuidados y pretenden aparecer como negros capulíes, pueden estar perdiendo toda la cosecha por su vanidad y temprano triunfalismo. Deberían estar pensando cómo enfrentar a ese pasado inundado de bonos, subsidios y de esa economía de oropeles. Sin lugar a duda cosecharán un descontento popular cuando se pretenda poner en orden el huerto. Me preocupa cómo enfrentarán el levantamiento de oxidados azadones, rastrillos estropeados y palas averiadas por el abuso de discursos onanistas...
Las naranjas que nacieron verdes y que siguen siendo verdes. Por más fertilizantes de algas potentes que pongan, no podrán convertirse en especies modificadas genéticamente por más ingenieros agrónomos traídos del exterior. Estas, no pasarán de ser naranjas agrias así pretendan ser naranjas dulces sin pepa. Seguro que contarán con el tractorcito que acometerá rastrillar izando nuevamente la bandera de Octubre Rojo.
Las ocas, mellocos y mashuas no se los ve, pero podrían estar creciendo vertiginosamente comiéndose las raíces de los ácidos cítricos que pueden estar quedándose como bonsáis.
La cebolla y el ajo cuyos bulbos crecen bajo tierra, deberán ser fertilizados y abonados en grandes cantidades para luchar contra la corrupción. Así lo recomendaba el novelista Bram Stocker en su novela Drácula.
Esperemos que el ajo combata ácaros, babosas, orugas, pulgones, hormigas, moscas blancas, cochinillas algodonosas y arañas rojas que se multiplicaron en la década pasada.
Debemos reflexionar quiénes nombramos para la Asamblea de las Verduras y las Frutas para el próximo cuatrienio. (O)