El movimiento de independencia se inició en el actual Uruguay el 28 de febrero de 1811, cuando un centenar de patriotas tomó las ciudades de Mercedes y Soriano, en el “Grito de Asencio”. Luego, la lucha cobró renovados bríos bajo la conducción de José Gervasio Artigas, quien organizó tropas en Buenos Aires y se dirigió hacia Uruguay, donde fue recibido con euforia por sus pobladores, quienes lo proclamaron Primer Jefe de los Orientales.
Vencedor de los españoles en Las Piedras, en 1811, Artigas dirigía unas fuerzas integradas por paisanos pobres, gauchos montaraces, indios y esclavos que ganaban su libertad incorporándose a la lucha independentista.
Artigas fue también un incansable defensor de los indios. Instruía a un gobernador: “Es preciso que a los indios se los trate con más consideración, pues no es dable, cuando sostenemos nuestros derechos, excluirlos del que justamente les corresponde. Su ignorancia e incivilización no es un delito reprensible; ellos deben ser condolidos más bien de esta desgracia”.
Y en otra carta le insistía: “Yo deseo que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí, para que cuiden sus intereses como nosotros los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y que sería una desgracia vergonzosa para nosotros, mantenerlos en aquella exclusión que hasta hoy han padecido por ser indianos”.
Amigo de los campesinos, Artigas planteó un esbozo de reforma agraria en el Reglamento Provisorio de 1815, que decretaba la expropiación de las tierras de los “malos europeos y peores americanos”, para repartirlas a “negros libres, zambos, indios, criollos pobres y viudas pobres con hijos”. Cada uno debía recibir un lote de legua y media de frente y dos de fondo (unos 8 mil metros de frente por 10 mil de fondo), como mínimo. Y los agraciados no podían enajenar ni vender estas estancias, sino usarlas exclusivamente para beneficio de su familia.
Al igual que Bolívar, Artigas propuso la formación de una Federación de Provincias o Estados Americanos. La correspondencia del libertador uruguayo con dirigentes de otras regiones hispanoamericanas y el mismo nombre que dio a su gobierno, llamándolo “Sistema Americano”, nos muestran que Artigas miró a la independencia de las colonias españolas como un proceso unitario y de alcance continental, orientado hacia la formación de una gran Confederación Hispanoamericana.