Me siento abrumada. En los momentos que escribo este artículo de opinión destinado a mi columna semanal, abro mi cuenta de Twitter y encuentro la noticia de que el presidente Lenín Moreno retorna al país de forma imprevista y urgente, pues hoy mismo viajó a Lima para la Cumbre de las Américas, y lo hace con el grupo de familiares de los periodistas secuestrados.
Mi artículo estaba casi terminado y tocaba un tema muy diferente. Sin embargo, no he podido continuar debido al impacto de la noticia, que, de confirmarse, constituye una tragedia para el país.
La fuente de información serían fotografías de los periodistas asesinados por grupos disidentes de las FARC, entregadas por la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia que habrían sido enviadas al vicepresidente colombiano, quien ha manifestado que van a realizar las verificaciones correspondientes. Estas, aparentemente, serían represalias tomadas por un supuesto ataque de nuestras Fuerzas Armadas a esos grupos.
En el país apoyamos de forma vehemente el acuerdo de paz de nuestros hermanos colombianos, pero hoy vemos los impactos de estos acuerdos, que varios analistas manifestaron que eran previsibles. Esto no significa que en sí misma la paz colombiana cause estos efectos, estos son de largo plazo y tienen que ver con la extrema violencia del narcotráfico.
La tragedia de esta noticia se relaciona con el inmenso dolor para estas familias, con la afrenta que significa para el periodismo en nuestro país, pero también con la espantosa sensación de inseguridad para todo nuestro territorio, empezando por nuestras provincias fronterizas y sus poblaciones.
La gestión del lamentable secuestro de los periodistas por parte del presidente Moreno, de los altos funcionarios en ministerios de Defensa, del Interior, de Relaciones Exteriores, así como altos mandos de Fuerzas Armadas y Policía, deberá ser evaluada en su momento. Hoy, que pretenden arrebatarnos la paz, corresponde un sentido de unidad nacional, de solidaridad, de fortaleza y de despliegue estratégico de la sociedad civil ecuatoriana y, por supuesto, del Estado ecuatoriano, en favor de la seguridad nacional. (O)