Cuando empezaron los casos de la pandemia de covid-19 en América Latina, Argentina fue uno de los países que mejor controlaba situación, registrando pocos casos y solicitando a su población el confinamiento. Siete meses después, este país latinoamericano vive una triple crisis: económica, social y sanitaria que se ahonda cada vez más por dificultades financieras preexistente y por los casos de coronavirus que se han incrementado exponencialmente, a tal punto que hoy por hoy es el tercer país de la región y el quinto del mundo con más casos de coronavirus.
En este contexto, la economía y la industria se desplomaron más que en la crisis del corralito en 2001. El país austral refleja no solo un incremento en el porcentaje de pobreza del 40%; sino que también, se encuentra en un punto de inflexión donde la gente literalmente no tiene para comer. Además, el acceso a dólares está restringido con una inflación latente desde 2018. Frente a este complicado escenario, varias personas hablan sobre la pertinencia o no de la dolarización en Argentina. Pero esto genera varios interrogantes, entre ellos si logrará imponerse el dólar en un gobierno de izquierda y si accederá este país a perder su moneda local.
Lo cierto es que el gobierno de Alberto Fernández, que tiene menos de un año en el poder, debe hacer frente a una problemática compleja para Argentina que venía arrastrando una recesión económica y que mantiene una deuda importante con el Fondo Monetario Internacional. Cabe recordar que este país es el principal deudor global de los préstamos de este organismo internacional y su deuda bordea el 90% del PIB.
En el ámbito económico, lo que ha impactado también es la venta de multinacionales como Falabella y Latam, lo que evidencia que, además de la situación económica antes mencionada, existe una falta de confianza empresarial.
Difícil tarea del actual presidente, donde el manejo de la economía será el principal desafío de su gobierno.