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El Telégrafo
Pablo Barragan Ordoñez

Argentina bajo Milei

02 de diciembre de 2023

Argentina se embarca a lo desconocido; vive momentos de esperanza e ilusión por días mejores bajo el mandato del “peluca” Javier Milei, aunque en el camino deba sortear una severa terapia de shock en la medida de la magnitud de sus problemas monetarios, fiscales y sociales: desde ya, el panorama está cuesta arriba y con los números en contra.

El descontento social hizo posible que captara el voto protesta y se convierta en el nuevo rostro de la política no tradicional argentina y un outsider por naturaleza; un fenómeno disruptivo luego del regreso de Argentina a la democracia hace 40 años. Logró convencer al electorado para que voten por él como una alternativa al cambio. Se dice que aplastó al peronismo y al kitchnerismo con el 55% de votos y ganando en 21 de 24 provincias, aunque en la capital Buenos Aires la victoria le fue esquiva por 150 mil votos.

Bajo el discurso enfocado en el ataque a la “corrupción del kitchnerismo” y de la “lucha contra la casta” paradójicamente Javier Milei recibió el apoyo del ex presidente Mauricio Macri y la candidata Patricia Bullrich. Años atrás se alió con Sergio Massa y Patricia Bullrich contra Mauricio Macri. Por ahí, contradicciones que ahora recordamos. En fin, “Juntos por el Cambio” – La política, un espacio para las posibilidades.

Su perfil político se enmarca en su autoproclamación de “liberal libertario” y “anarco capitalista”, fiel devoto del libre comercio y un anarquista que le molesta el poder del Estado. Además, defiende una sociedad sin Estado, lo cual es imposible ya que, no hay sociedad civilizada que no se desarrolle sin el Estado como institución y organización política. En su lugar, lo podemos interpretar como un minarquista, esto es, un defensor del Estado mínimo.

Su visión para Argentina es, parafraseando al ex Presidente republicano Donald Trump: “Make Argentina Great Again” y con parámetros similares del ex Presidente brasilero Jahir Bolsonaro, ambos de corte derechista y nacionalista.

El presidente electo afirma que priorizará el bienestar de los argentinos frente a su ideología y preferencias políticas. Ejemplo de ello es su posible visita al Papa Francisco en el Vaticano luego de acusar a la Iglesia Católica de corrupta.

De otra parte, y un tema no menos importante es conocer con que cartas juega en la Función Legislativa ya que, cuenta con un 10% de senadores y 15% de congresistas. Por ende, cabe preguntarnos: ¿Con quién compartirá el poder para gobernar o cogobernar? ¿Con la casta, a la que acusa de llevar a la Argentina a la pobreza y qué, paradójicamente lo llevó al poder? ¿O será un lobo o un león solitario sin apoyo político condenado a la destitución del cargo?

Es necesario exponer que cualquier iniciativa legislativa en Argentina debe contar con el 30%, pero Milei y su partido, no cuentan con ese porcentaje; razón por la cual, puede ser destituido bajo los mecanismos de impeachment argentinos “lawfare” por la aplicación de políticas económicas impopulares - terapia de shock. Por ello, expertos como Andrés Malamud indican que Milei debe dar resultados tangibles a los argentinos [para evitar que sus iniciativas y mandato deban ser asumidas por su Vicepresidenta luego de un proceso de destitución]. En ese marco, su fracaso será entendido como el fracaso de los nacionalismos en la región sudamericana que vive experimentando teorías y procesos ambiguos, ambivalentes y volátiles por cortos periodos de tiempo.

En lo económico

A finales del siglo XIX Argentina fue el país más rico del mundo. Ahora el 40% de los argentinos son pobres, esto es, unos 18 millones de personas y, el 10% es indigente. Su inflación asciende al 150%, con una década sin crecimiento en el PIB. Bajo el mandato del “liberal libertario” se espera una ola de privatizaciones y el reembolso de los favores a la casta que lo llevó al poder, aunque dichas privatizaciones deben pasar por el legislativo y que, como sabemos no tiene dicho apoyo.

Asimismo, en su propaganda electoral ofreció no crear más impuestos, lo cual impresiona a quien no conozca o sepa que la creación o extinción de impuestos es facultad exclusiva del poder legislativo.

En cambio, dentro de sus competencias si se encuentra reducir el gasto público y propender a un equilibrio fiscal. Para ello, ha anunciado la reducción de 20 a 8 ministerios e inclusive ha expuesto que puede cancelar la deuda argentina de 35 mil millones de dólares con las reservas y bonos argentinos del Banco Central. Suena bien, pero al mismo tiempo ha anunciado que cerrará el Banco Central como el principal culpable de la política monetaria empobrecedora de los argentinos. Otra vez, cerrar el Banco Central necesita de apoyo político y parlamentario y, también nos preguntamos: ¿Cerrará el Banco Central luego de disponer de los 35 mil millones de dólares para pagar la deuda? ¿O cerrará primero el Banco Central sin tener un plan B para pagar el monto de la deuda que asciende a 35 mil millones de dólares?

Sigamos, una de sus promesas de campaña es acabar con la inflación, la pobreza y dolarizar la economía, aunque para cumplir este tercer punto no cuenta con el apoyo político necesario. Por ello, el desafío es político antes que económico.

Ante el evento hipotético que el Presidente electo Javier Milei dolarice Argentina, cabe formularnos algunas interrogantes: ¿A qué tipo de cambio se aplicará la dolarización? ¿Al dólar oficial de 350 pesos? ¿O al precio del dólar blue - informal de 950 pesos por dólar? En ese panorama se deben tener otras consideraciones como el tipo de cambio será del día en que se dolarice. Por ende, ¿en qué época del año se dolarizará la economía? ¿Qué mes del año ofrecerá el equilibrio requerido para fijar el tipo de cambio? Dicho método para eliminar la inflación mediante la dolarización, al parecer es una receta fácil, pero de complicada aplicación.

Adicionalmente expertos económicos indican que, Argentina no tiene suficiente dinero para comprar dólares y concretar la dolarización y, que ésta sea la moneda de curso legal. Según el economista Nicolás Cachanosky profesor de la Universidad de Texas, señala que, los argentinos ahorran en dólares [los que se pueden permitir hacerlo para sostenerse], por ello habla de que existe la dolarización de facto, aunque le falta de iure.

En lo internacional

El rumbo de la política exterior de Argentina bajo el mandato de Javier Milei es claro; sus principales aliados: Estados Unidos, Israel, y a los países que considera el mundo libre. En cuanto a China cuida su incontinencia verbal y no la califica abierta y paulatinamente de autocracia ya que, en virtud del comercio y su condición de “liberal libertario” da a entender que sí conservará sus relaciones con Pekín bajo el amparo del libre comercio. Narrativa, por un lado, pragmatismo, por otro.

Adicionalmente, deberá mantener relaciones comerciales con Rusia y Brasil. Con este último ya las tiene en el MERCOSUR, al cual ha acusado de ser una unión aduanera imperfecta. Más allá de ello, el problema de Milei con Brasil será la incomodidad de tratar con el Presidente Lula da Silva a quien ha tachado de corrupto y comunista. ¿Pondrá en riesgo los intereses argentinos en el libre comercio por su ego e animadversión personales?

Cabe recordar que, China y Brasil son sus principales socios comerciales, por los cuales Argentina puede acceder a crédito; es más, son aliados en el sector energético y en el caso con China forma parte de la Ruta de la Seda. Diana Mondino, Canciller argentina designada ha manifestado que ojalá China siga siendo un aliado de Argentina en el futuro con lo cual entenderíamos que Milei alejará a Argentina cuanto sea posible del gigante asiático, hoy por hoy la primera economía del mundo. Según la funcionaria citada, la integración de Argentina al BRICS no se cristalizará demostrando cómo será la relación entre Buenos Aires y Pekín.  

Mengua decir que, su posición con respecto a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte e Irán es de condena al calificarlas de autocracias y dictaduras, llegando inclusive a insinuar el retiro de sus embajadores. Otra vez nos preguntamos, ¿son decisiones sencillas de tomar teniendo en cuenta el interés nacional que se encuentra por sobre los personalismos?

En fin, no cabe duda que el presidente electo llega al poder con un discurso demagógico y populista; un outsider que supo capitalizar el descontento social y atribuirle la debacle económica a Argentina al peronismo y el kitchnerismo.

En cuanto a su personalidad es una olla a presión con posiciones extremistas, demagógicas y populistas que movió las pasiones y los sentimientos de impotencia de los argentinos ante el constante incremento del costo de vida y una galopante inflación que parece no tener fin a no ser que dolarice su economía y estabilice los precios.

Sin embargo, el “peluca” Milei se encuentra entre las promesas de campaña y el pragmatismo que deberá aplicar una vez asuma el cargo de Presidente de Argentina. En suma, hacer oposición detrás de un micrófono en una tarima es sencillo, pero gobernar es otra historia; tal cual aconteció con la moderación y prudencia que se vio obligado a emplear el joven Presidente chileno Gabriel Boric cuando paso de las calles al “Palacio de la Moneda”. En síntesis, de la efervescencia proselitista hacia la dura realidad macroeconómica hay un gran trecho. Ante tal contexto, sus promesas de campaña están condenadas al fracaso y son desde ya, promesas que no se podrán cumplir.

 

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