En las elecciones del PASO argentino, una especie de primarias para designar a los favoritos de las próximas elecciones del 27 de octubre de 2019, Macri acaba de perder estrepitosamente. Le ganó la Sra. Kirchner y su borrego Aníbal Fernández.
La diferencia de votos se acerca a los 20 puntos de diferencia. A tan solo dos meses de la crucial votación, Macri está en caída libre. Volverá la Sra. Kirchner al poder y las monjitas del claustro donde se escondía la plata de la corrupción serán declaradas santas del perpetuo escondite.
Argentina canta el tango Cambalache mientras baila la corrupción. A Argentina le gusta el mate, las milongas; el barrio la Boca, Boca Jr. y los Kirchner. Argentina es la tierra de Borges. La región tiembla ante la increíble recuperación política de Cristina, quien está acusada de todos los delitos y hoy recibe todos los votos de los argentinos.
“Sí Correa regresa, Correa es presidente”, me dice mi conciencia. Si apoya a la Sra. María Fernanda Espinosa, hay segunda vuelta. Si auspicia al cura rebelde, otra vez segunda vuelta. ¿Qué nos acosa a los latinos? No nos damos cuenta de que la política define nuestra existencia en su totalidad. Que el poder envuelve todo y mete lo público y lo privado en una sola gestión.
En Argentina también perdió el gordo Lanata, crítico fuerte con el kirchnerismo. ¿Qué quiere la gente? La verdad, la mentira. Los cuadernos de Pamela y Laura Terán apuntan a los excesos de poder y a la corrupción generalizada del correísmo. Pero con cuadernos y todo, la gente sigue a Correa. La política no es un juego. La política no es broma: es seriedad. La política es oro cuando ahí están aquellos que trabajan por el bien y la prosperidad.
Ha amanecido en Bruselas y Correa sabe que nunca ha estado fuera del juego. Va a esperar que salga Glas de prisión y va a presentar a sus fanáticos el dúo dinámico: Glas presidente, Rafico vicepresidente. Y se ríe. Le va a pedir a Cristina, lo ayude. La campaña va a ser con chocolate. Dirá que es un nuevo camino. Correa no quiere que nadie lo saque de su infierno. Quiere que sigan hablando de él. Que lo acusen, lo vejen. Ese es su juego: tal como en Argentina, allá ganó el mal, aquí también puede ser. (O)