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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Aquella libertad de expresión

08 de junio de 2021

La libertad de expresión es una idea creada por la cultura histórica occidental. Como sabemos, la noción se registra alrededor de los años 500 a.C. cuando se empezó a cristalizar la democracia como forma de gobierno en la ciudad -estado griega. Las ideas de democracia y libertad de expresión nacieron juntas en una sociedad de comerciantes que, sin embargo, tenía como su más alto ideal a la “paideia”, espíritu formativo para la educación filosófica, política y artística, con el objetivo de lograr el bien común dentro de una sociedad estratificada y ciudadanía limitada.

Una de las singularidades de los mediterráneos de Occidente, con respecto a Oriente, fue la creación de la política, traducida como práctica de hablar en el espacio público, siguiendo los principios de la retórica y la elocuencia, con el propósito de convencer al otro. La libertad de expresión, originalmente se circunscribía a la potestad para decir y opinar dentro de la esfera del campo político plural, donde no intervenían los dioses y se tomaban las decisiones a partir de la crítica y el debate. La libertad de expresión, como noción fundamental no se relacionaba a la potestad de decir cualquier cosa fuera de la política y lo público.

Muchos siglos después, el liberalismo moderno desarrolló una doctrina e ideología matizada, basada en los principios de soberanía popular, derechos naturales e individuales de vida, propiedad y libertad. El liberalismo consagró como valor superior a las libertades de expresión, y comercio. El “pueblo”, en otro caso la “burguesía”, hicieron grandes revoluciones inspirados en esos conceptos y fundaron Estados republicanos dividido en varias funciones contrapesadas, destinados a garantizar los derechos de libertad para expresarse, moverse y comercializar.

El período del liberalismo y la fe en su doctrina e ideología sigue vigente. Aunque la libertad de expresión exista de manera fáctica y jurídica, aún se despliegan luchas por ese objetivo, porque se cree que esa potestad es el mayor trofeo, debido a que el lenguaje complejo y político es una condición única de los humanos, que permite no solo la comunicación, sino también el ejercicio del poder. En ese sentido, podría decirse, que la libertad de expresión deja de ser una capacidad superior, cuando carece de finalidad virtuosa y se transforma en instrumento para la hegemonía y el mercado.

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