He tenido acceso privilegiado a un intercambio de e-mails entre miembros de una comunidad científica. Este privilegio obedece a mi participación, hace algunos años, a un denominado Campus Google, organizado por la empresa californiana de Silicon Valley y la revista Nature de Gran Bretaña.
Dentro de ese intercambio, la perplejidad de los científicos frente al covid-19, es enorme, lo que, presumo, es común en medio de las discusiones entre pares que tratan de probar con métodos y conocimientos lo que hay de común denominador en las situaciones, en los casos, en las curvas de crecimiento o de decrecimiento de la pandemia que mantiene en vilo a la humanidad entera.
La perplejidad está dada por las circunstancias de contagio mayor, que ha ocasionado mortandades mayores en lugares como Lombardía, Nueva York o Guayaquil (sí, Guayaquil se cita entre los científicos), tratando de encontrar similitudes o situaciones comunes que justifiquen este mayor número de decesos.
Se menciona entre las causas de una mayor mortandad, la demora en tomar acciones, las enfermedades coexistentes entre los contagiados, la presencia de gente mayor, el pobre acceso a servicios de salud, la presencia de más o menos vitamina “D” en los integrantes de una población. Así podríamos seguir hasta el infinito buscando esos denominadores comunes.
La preocupación viene dada también por la falta o carencia de datos validados que permitan hacer deducciones que nos lleven a esos patrones de comportamiento del contagio del virus que mantiene en vilo tanto a los países pobres como a los ricos del planeta, a los más desarrollados y a los menos.
Los científicos, a diferencia de los políticos, suelen actuar sobre datos comprobados, ciertos, que ayuden a sacar conclusiones que pueden aportar a la solución de los problemas.
De todo ese intercambio de doctas opiniones, lo que yo puedo sacar en claro es que se necesitan una diversidad de miradas, una aproximación interdisciplinaria para comprender el comportamiento del virus y la forma de enfrentarlo.
Deben participar en las discusiones los médicos epidemiólogos, los sociólogos y antropólogos, los matemáticos, los historiadores…y un largo número de otros profesionales, que aporten con sus miradas distintas a la interpretación del comportamiento de este elemento minúsculo que ha venido a transformar nuestra vida, probablemente para siempre.
También aquí, en Ecuador, en este país de la mitad del mundo, es necesario formar equipos multidisciplinarios para aportar con medidas que no solamente miren al factor salud, sino también al económico para no continuar con una parálisis que también nos puede matar. (O)