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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Solo apariencias

12 de abril de 2020 - 00:00

En junio del 2019 descubrí que mi ex pareja, con la cual yo convivía, había abusado sexualmente de mi hija durante los últimos siete años. Yo nunca imaginé que, a más de maltratarme sicológicamente, robar mi patrimonio económico y dejarme en la quiebra, este sujeto violentaba sexualmente a mi pequeña.

Al día siguiente de saberlo, presenté la denuncia formal en la Fiscalía General del Estado. Es muy doloroso para mí, pero lo actuado por los operadores de justicia reafirma que mi hija fue víctima de este sujeto reiteradamente. El examen sicológico es contundente: como resultado de los repetidos abusos sexuales, mi hija sufre de ansiedad, depresión y trastorno disociativo; para superarlos está tomando terapia sicológica, no sabemos por cuánto tiempo.  La cámara de Gesell también arroja detalles escalofriantes sobre el daño que este desquiciado perpetró a mi hija.

Él, en cambio, se ha limitado a presentar “pruebas” para desprestigiarme; estas pruebas, a más de ser incoherentes, antojadizas y descontextualizadas tienen como único propósito entorpecer, enredar y alargar este proceso. 

¿Qué otra triquiñuela podría utilizar un hombre que debe mantener una imagen pública intachable a toda costa?, ¿cómo repercutirá en su vida profesional el hecho de que sea declarado culpable de violentar sexualmente a una niña desde sus 7 años?, ¿qué pruebas puede presentar para justificarse si lo que hizo no tiene justificación?

Por otro lado, ¿quién puede imaginar que detrás  de quien se muestra en público como el esposo perfecto y el padre abnegado, se esconde un monstruo capaz de cometer con una niña las más oscuras, terribles y miserables aberraciones?, ¿qué tipo de ser humano existe realmente detrás del académico que imparte clases de Estadística en una universidad privada y  en otra pública?, ¿los abusos que cometió con mi pequeña hija son parte de un patrón de comportamiento desequilibrado y pueden existir otras víctimas?, ¿es este sujeto un depredador que no tiene límites y nunca está satisfecho?

No soy yo la encargada de juzgarlo ni de señalar si así procedió y procede.  Es la justicia quien debe ahora pronunciarse. De su actuación depende que otras niñas no caigan en manos de este desalmado. (O)

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