Es fácil comprobar en el desenvolvimiento de las actividades cotidianas el irrespeto a la dignidad del hombre y la mujer. Se han extraviado las prácticas de la justicia, solidaridad, gratitud, honradez y el amor a la humanidad y más bien prevalecen el egoísmo, el odio, la ambición y los intereses individuales. El niño y el joven caminan en ese medio contaminado, sin recibir una ejemplar lección que ayude a su formación integral en valores y les permitan, en su momento, aportar en la consolidación de la institución familiar y en el desarrollo del país.
¿Qué pueden esperar los ecuatorianos de los asambleístas mediocres, que confunden oposición con injurias; de dirigentes de la ya casi extinta partidocracia, que actúan sin coherencia entre lo que proclaman y practican; y de una mal llamada prensa “independiente”, que a nombre de la libertad de expresión, dimensiona la delincuencia con la malévola intención de culpar al Gobierno de la Revolución Ciudadana de este irresoluto problema social que azota al país y a otros de régimen capitalista?
¿Qué puede esperar esta patria que avanza con obras sociales en beneficio de los pobres, de un diario que en su editorial central -como si se tratara de un alto tribunal de justicia y no de opinión- acusa al régimen de aplicar un modelo totalitario, llama a la insurgencia, solapadamente y a defender a periodistas perseguidos y a los medios de comunicación amenazados?
Al oculto editorialista le recordamos que en Ecuador rige la democracia con una Constitución aprobada por el pueblo. Existe libertad para expresarse, pero no para ofender, no hay periodistas presos ni medios de comunicación clausurados. Es una realidad la independencia de las funciones del Estado. Por ignorancia o mala fe confunden los conceptos de democracia y dictadura o totalitarismo.
Da mucha pena comprobar cómo en los medios de comunicación “independientes” se alienta a la sedición y, paradójicamente, para justificar su desatino, se tilda a Rafael Correa, de autoritario. La función específica del periodismo es informar y orientar a base de la verdad y a motivar la práctica de los valores éticos como la justicia, la paz y el respeto al prójimo.
La recuperación de los valores morales es tarea de todos, Gobierno, maestros, padres de familia y medios de comunicación. Antón Chéjov contesta a los periodistas sediciosos: “Tiene razón quien es verídico y no el farsante”.