Los femicidios son el extremo de la violencia de género. Según datos de la Fundación Aldea, en Ecuador, el número de mujeres que han sido asesinadas en femicidios desde el 2014 hasta el 219, pasa de setecientas; como consecuencia, cerca de mil niñas, niños y adolescentes quedaron sin sus madres.
Esta antesala del femicidio, la violencia de género, toma varias formas: psicológica, física, sexual, económica-patrimonial y gineco-obstétrica. El INEC reporta que en el 2019, el 64,9% de mujeres en Ecuador fue víctima de violencia de género; por ende, las secuelas que causa no pueden ser minimizadas, silenciadas o ignoradas.
Juliana fue víctima de violencia a manos de su pareja y sobrevivió a un femicidio; después de su experiencia, decidió dedicarse a contar su historia y alertar a otras mujeres sobre los varios rostros en los que se esconden los agresores de mujeres y las pequeñas señales que siempre dan.
Juliana, cuando tenía veintiún años y estudiaba en la universidad, se dejó deslumbrar por el profesional exitoso, atento y carismático de treinta años a quien llamaremos Marco y con quien Juliana entabló una relación sentimental. A Juliana le previnieron de los abusos de Marco con sustancias estupefacientes prohibidas y con el alcohol; sin embargo, Marco lucía como un hombre íntegro, así que ella decidió continuar con la relación. Al poco tiempo, Marco le prohibió a Juliana hablar con sus amigas porque “locas” y luego le dio instrucciones sobre cómo vestirse, comportarse y hablar.
Juliana se embarazó de Marco y él la llevó a un pueblito por la provincia del Cañar, donde, totalmente aislada, pasó los primeros meses de su embarazo. Cuando Juliana decidió “escapar”, Marco, enajenado por el alcohol y la droga, le lanzó una piedra que casi le da en la cabeza; Juliana, por muy poco, no se convirtió en otra víctima de femicidio. (O)
Marco tiene un cuadro completo de abuso: sus anteriores parejas también han sido víctimas como Juliana, tiene varias demandas penales y agredió físicamente al padre de Juliana, a más de mantener una deuda con él que se niega a pagar.
Mujeres: no ignoremos las alertas, no engrosemos las cifras de violencia de género y femicidio. ¡Huyamos a la primera, siempre a la primera!