Angochagua está de fiesta durante todo este mes. Cumple 157 años como parroquia republicana, pero tiene milenios como la tierra de los caranquis, señorío étnico norandino. Se encuentra a escasos 15 minutos de Ibarra, al sur-este, y es famosa por los bordados de Zuleta.
Un lugar de atractivo, casi secreto, es Muchanaju Rumi, que significa “Piedras que se besan”, porque literalmente se trata, al final del sendero, de divisar a dos piedras como si fueran lajas que se aproximan. El recorrido es relativamente fácil, a excepción de algo de dificultad en la mitad del trayecto, pero el viajero puede detenerse a contemplar, por ejemplo, los eucaliptos e infinidad de plantas, como los hongos, que al parecer pasan desapercibidos. El sendero de 1.000 metros fue construido por medio de mingas.
Al llegar al final se puede contemplar las extensas llanuras por el lado de La Rinconada, pero también la propia Angochagua con su iglesia. Sin embargo, desde esa altura, es importante conocer la mitología de la región, como los amores de Taita Imbabura, así como el gigante y las lagunas, precisamente divisando el Cunrro, además -con dirección a la cascada- los relatos en torno a los duendes o chuzalongos.
La parroquia de Angochagua, como la Sierra norte, tiene en el maíz la esencia de su gastronomía, un legado de la época prehispánica, que también estaba fundamentada en los tubérculos, no solamente la papa sino también la mashua, mellocos, ocas, legumbres como el berro o la nutritiva quinua. Gracias al intercambio ancestral -entre los diversos pisos ecológicos- también está presente el ají o las frutas de las tierras bajas.
Además, hace más de un año la nueva carretera ha permitido el desarrollo de locales de carne de borrego, que se expende especialmente los fines de semana. Es posible llegar a este lugar, si viene desde Quito, por el desvío a Ayora, pocos kilómetros al norte de Cayambe. El paisaje, por la vía a Olmedo, es deslumbrante. Esta es la oportunidad para que los ecuatorianos que viven en las grandes ciudades conozcan el país profundo, el país que no aparece en los noticieros. (O)