El anarquismo tiene como ideal la anarquía, no el caos ni la violencia. La anarquía puede ser comprendida como un orden político, económico, social y cultural deseable que tiene como sustento la libertad y la responsabilidad absoluta de los individuos sobre sus acciones.
El ideal es que en ese sistema la libertad no quede restringida por factores económicos o políticos sino que sea regulada por los criterios de responsabilidad social e individual, adquiridos a través de la educación y la cultura. Así para el anarquismo lo más importante es la vida de las personas que piensan que la vida es lo más importante.
Si se quiere, el anarquismo plantea la democratización de la democracia en la media que desde este enfoque, la cultura política no solo tiene como objetivo la participación activa de la ciudadanía en función de la defensa de sus derechos, sino la generación de alternativas solidarias y beneficiosas para la colectividad y desde luego y por eso mismo provechosas para el individuo, así como la comprensión de que las crisis deben resolverse a través del ejercicio del diálogo y la utilización de la razón y la inteligencia.
El anarquismo entonces no es vandalismo. Todo lo contrario, el anarquismo implica la ampliación del concepto de ciudadanía capaz del entendimiento de la justicia sin la tutela de la fuerza coactiva del Estado.
La anarquía -o ausencia de poder-, no significa caos. Se trata de un principio de organización superior que intenta deconstruir el poder y ubicarlo como el centro de la reflexión de una cultura política en pos de la generación de un proyecto común que integre, sin anularlas, a todas las diferencias.
Entonces cuando en momentos de convulsión social, política o económica se llegara a decir que “se está en estado de anarquía”, en realidad se está utilizando una expresión absolutamente errónea.
La anarquía es un concepto político poco estudiado y quienes hacen información política deberían nutrirse de los criterios elementales que orienten adecuadamente a la opinión pública, sobre todo en sociedades cada vez más capacitadas y mejor informadas gracias a la diversidad de canales de comunicación popular. (O)