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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

“Amor en tiempos del coronavirus”

18 de marzo de 2020

Igual que los añejos amantes Florentino y Fermina Daza, quienes tras su viaje por el río sienten horror de llegar a la vida real y quisieran navegar para siempre, hoy, sentimos esa impotencia de aquello que no podemos controlar, ni saber, ni calcular; solo que nosotros no tenemos ningún río por el que evadirnos y el horror de la vida real la estamos mirando de frente, a veces con demasiada información que realmente nos satura y enferma.

Sin embargo, no todos vivimos igual esta crisis epidemiológica; quizás el desigual acceso a recursos en América Latina y el Ecuador se puede palpar más diáfanamente en crisis como esta. Para aquellos trabajadores informales que viven el día a día, sin sueldo ni beneficios laborales, esta crisis les pasará la mayor factura, y si logran sobrevivir a pesar de malas condiciones de salud, será por sus buenas defensas al enfrentar la pobreza y la miseria.

Crisis como esta son realmente inéditas porque en estas generaciones no hemos vivido una alerta sanitaria tan amplia. Pero hay que decir que estas situaciones límite pueden sacar lo mejor y lo peor de la condición humana. El amor, la compasión, la solidaridad se hacen presentes de innumerables formas en estos momentos, dentro de las familias y fuera de ellas. Pero no es lo único; podemos percibir a políticos, empresarios, banqueros, y gente de similar ralea que trata de aprovechar el momento.

No se trata de lograr una unanimidad, ni tan siquiera la mentada unidad nacional que siempre resulta una quimera en una sociedad fragmentada. Apenas es necesario sentido común para que sigamos las medidas que ha decretado el Gobierno, reconociendo que ha habido una preocupación sostenida y genuina. Sin embargo, queda demandar que se contemplen otras medidas que alivianen la carga a los grandes perdedores de estas jornadas: las y los trabajadores informales y precarizados, las mujeres, los adultos mayores, los discapacitados, las personas con enfermedades catastróficas.

El amor en estos tiempos debe reflejarse no solo en gestos de mantener las distancias  -aunque parezca contradictorio así lo es- sino también en políticas públicas para los sectores más débiles. (O)

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