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El Telégrafo
Ramiro Díez

HISTORIAS DE LA VIDA Y DEL AJEDREZ

¡Aló!…Jesucristo…¿Me escuchas?

20 de octubre de 2016

Marshall Herf, casado y con hijos, descubrió que era homosexual, y leyó que era una enfermedad del demonio. Para curarse, abandonó  a su familia, se dedicó a rezar y se internó en un hospital psiquiátrico.

Allí conoció a una enfermera experta en la Biblia, en astrología, ovnis y reencarnaciones. Juntos supieron que eran espíritus altamente evolucionados y que su presencia en la tierra tenía una misión encomendada por Jesucristo. Entonces Bonnie, la enfermera, también abandonó a su esposo y a sus cuatro hijos, para salvar a la humanidad.

Y a una de sus hijas le escribía: “Dios ha dicho que seré asesinada cuando cumpla mi misión. Y resucitaré, no a los tres días porque esto es solo para Jesucristo, sino a los tres días y medio. Soy pastor de un rebaño de ovejas. No soy Jesucristo, pero casi. Dios me llevará en una nube.”

La enfermera y Marshall fundaron una religión llamada “Puertas del Cielo”. Predicaban en universidades, y reunieron a un grupo grande de fieles. Y un día se anunció que desde la tierra se vería un cometa: El Hale Bopp. Entonces los iluminados supieron que en la cola del cometa venía Jesucristo pilotando un gigantesco ovni, para llevar al cielo a los elegidos. Esto tomaría algunos días, pero era necesario prepararse. Se metieron todos en un rancho llamado Santa Fe, en California, en una vida de extrema disciplina. Primer requisito: que los hombres se castraran porque en el ovni no se admitía la suciedad del sexo.

Otras exigencias de Jesucristo: Vestir enteramente de negro, y zapatillas Nike del mismo color, y cada uno debería tener en su bolsillo 5 dólares con 75 centavos, que era la tarifa para llevarlos al cielo.

Al parecer hubo problemas de coordinación. Cuando la policía investigó después las llamadas telefónicas entre los fieles, uno de ellos le decía a otro: “He hablado por teléfono con Jesucristo. Me dijo que en el viaje a Neptuno, por mal tiempo, haremos escala en Venus.”  Ante las dudas, el hombre le dijo: “Ten fe. Repite: Tengo fe”. Y el otro respondió. “Tengo fe. Tengo fe”.

Un detalle final: La noche del viaje deberían consumir salsa de manzana bañada en vodka y veneno, acostarse y cubrir sus cabezas con bolsas de plástico. Por supuesto amanecieron muertos pero, por extrañas razones, el ovni pilotado por Jesucristo nunca se llevó los 38 cadáveres.

Los suicidas no eran pobres. El rancho tenía piscina, cancha de tenis, todos los lujos. Y no eran iletrados: entre ellos había médicos, economistas, ingenieros, expertos en computación, algunos con grados de PhD.

En ajedrez – que es inteligencia-- no se trata de creer, sino de saber.

                                                             1…Dh4+!,
                                                             2: g3-h4;  Cf4 mate

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