Hemos visto 5 días de manifestación, hemos visto personas de todas las clases sociales expresar su inconformidad respecto de ciertos resultados de este gobierno, sin embargo, estas protestas están haciéndonos perder de vista lo que es realmente esencial.
Por un lado, vimos a un dirigente indígena que pese a no formar parte de la clase obrera, es representante de quienes dicen ser los más afectados con los resultados económicos de las políticas de Lasso. Me refiero a Leonidas Isa, a quien ya conocemos y no precisamente por ser obrero, sino por ser el capataz de los destrozos ocasionados en el 2019 que terminaron con una contraloría incendiada, ese señor, al que la Asamblea Nacional amnistió, dejando en la impunidad todos los crímenes por los que estaba siendo procesado. Todos lo vemos a él.
Isa sale en televisión y en redes sociales indicando que la Confederación a la que representa no soporta más el pésimo manejo del gobierno. Alienta, a nombre de sus representados, a endurecer protestas, a bajar al gobierno; a luchar, dice, como alentando a su representados a prepararse para una especie de guerra, les provee de transporte y les coordina los traslados para conseguir la presencia masiva. El máximo dirigente de los indígenas siembra el caos, fomenta el terror. Mientras lo vemos a él tomando el protagonismo, sus representados obedecen sin saber el mal que se hacen.
En otro lado de la foto están los verdaderos pobres, unos se identifican como indígenas y otros no, pero sin importar su nacionalidad, sufren. La subida de ciertos precios de la canasta básica, que a la fecha está por encima de los 700 dólares, afecta a más de uno porque el sueldo básico es 425 dólares, lo que quiere decir que aunque se tuviera empleo, con un sueldo básico no es posible abastecerse de lo mínimo para tener una vida digna.
En la imagen también está el gobierno, que lejos de complacer a todos los sectores, se mantiene firme en la apuesta de las decisiones que afirma, fortalecerán la economía. En un inicio se podría entender que las medidas tomadas que han provocado el encarecimiento de la vida, tenían sentido, porque se esperaba una dinamicidad de la economía que llegaría con la aprobación de leyes que fomentarían la inversión y reformas laborales. Lasso ha conseguido lo primero, pero no lo segundo, provocando un hueco en la dinamicidad de la economía.
Dicho en otras palabras, la vida podría ser más cara y la gente podría soportarlo, siempre que existan las oportunidades necesarias. Me refiero a la dinámica económica y el empleo suficiente para poder pagar ese costo de vida mas alto. Lasso contaba con aprobaciones de cierto tipo que contrastarían las medidas que ya se han aplicado, contaba con ese equilibrio en la economía, pero no lo ha logrado, y el tiempo es clave porque mientras más se demora, más duele.
Y justo cuando la situación es más crítica, entran lo miopes, miopes intelectuales y miopes de alma, que lo dejan todo en los espacios para ganarse un like, señalando culpables sin tener la más mínima idea de lo que ocurre, algunos ni siquiera distinguen la independencia de poderes.
Otros entre esos miopes, son abogados que se permiten emitir criterios sin tener idea de las pruebas que están dentro de los procesos penales. Salen en radios y redes sociales a indicar que el juez debe fallar de una forma y se sientan en un trono intelectual creado únicamente por su propio ego, solo para ganar aplausos y protagonismo, sembrando, desde su posición, un punto más a la intranquilidad, a la inestabilidad. Es necesario recordarles que los jueces son la única autoridad que goza de facultades constitucionales para administrar justicia, la opinión de un experto en medios de comunicación no es una sentencia, menos aún si es que no ha revisado ni la carátula del expediente judicial.
En algunos casos, la miopía se extiende hasta el común de los ciudadanos, que frente a tanto sesgo informativo, siente que debe tomar una posición a favor de uno u otro. Lo cierto es que no tiene por qué hacerlo. El derecho a manifestarse debe respetarse. De hecho, a esos que tienen la valentía de salir a las calles dejando el campo y sus trabajos, no hay que lapidarlos ni deberían ser linchados mediáticamente; por el contrario, deberíamos aplaudir sin importar si estamos de acuerdo o no con sus motivos, eso es democracia y libertad. Han salido a las calles porque sienten que nadie los escucha, y eso es lo correcto. Al mismo tiempo se puede tomar partido del rechazo al vandalismo, al sabotaje, al terrorismo, al daño de la propiedad pública y privada, a los secuestros, al cierre de vías, y otros delitos. ¿Quién les hizo tanto daño para pensar que hay que estar de un lado o de otro?
Los que se manifiestan no son solo indígenas, son todos quienes se sienten afectados. Así mismo los actos vandálicos como secuestros y cierre de vías tienen nombre y apellido, y son eventos aislados, aunque bien concertados por los cabecillas que impulsan el caos. Al ver el panorama de las manifestaciones desde su posición, no caiga en el error de ignorar la realidad que hay detrás, libere a su alma de la miopía.