El sudor corría por mi frente a una velocidad superior, las pulsaciones rebotaban como pelota de básquet sobreinflada, las piernas iniciaban un traslado a la dimensión de la matraca.
Mi estado atlético se había estrellado ya con la realidad, cuando el encargado de someternos a este suplicio físico tuvo piedad y llamó al grupo a una charla de explicación.
Aquel entrenador explicó que la temporada era larga, no importaba como iniciaras, sino como terminaras, había que estar preparado para toda la excursión. Recuerden, decía una y otra vez, no es como arranquen es como finalicen.
Ese credo quedó atrapado sólidamente en mi seso, los años han pasado y reflexiono con frecuencia al descubrir la cantidad de circunstancias de vida que aplican a aquella frase que repetía mi recordado profesor, la más inmediata llegó con estos Juegos Panamericanos.
Sentí que había un profundo espíritu cazador hacia el fracaso de los deportistas que fueron a buscar medallas por Ecuador, conforme pasaban los días, el medallero era llenado por atletas de otros países y los representantes de Ecuador no asomaban. Hubo que esperar, y de a poco, pero sólidamente, las medallas fueron brotando.
De igual manera se dieron sentencias prematuras e infundadas sobre la actuación y resultado de Ecuador en estos Juegos (los cuales todavía no terminan). Con una simpleza descomunal se decretó que la actuación era una vergüenza y un fracaso total. Es tan simple poder ser igual de radical, contundente y claro si se recurre a una práctica elemental, un ejercicio obligatorio: investigar.
Una vez realizada esta, y ya con el imprescindible dato exacto a la mano, será imposible recibir refutes a una afirmación basada en números. La labor de Ecuador en Juegos Panamericanos venía en franco ascenso, en Santo Domingo 2003 tuvo la mejor cosecha de medallas en su historia participando en el torneo, obtuvieron tres de oro, anteriormente, en 13 competencias, nunca habían ganado más de una; en algunas ocasiones no sumaron doradas y en otros casos ni siquiera pudieron ganar una de plata o bronce.
Pasaron cuatro años y lo logrado por Ecuador en Río de Janeiro fue brutal (en el buen sentido), una soberbia actuación, se sumaron cinco presas de oro, cuatro de plata y diez de bronce; de largo la mejor presentación de un equipo nacional en estas lides, ocho deportes regresaron con medallas. Bajo esa medida de ascenso y usando el referente de superación deportiva, la actuación en Guadalajara debía seguir la línea de la superación, ser mejor o al menos igual que la última vez... hasta el momento no se ha logrado ese objetivo, pero tampoco se trata de un desastre o vergüenza, como muchos lo han gritado a los mil vientos.
Ya en este momento (todavía habrá más medallas) es la tercera mejor actuación de todos los tiempos en Juegos Panamericanos para Ecuador, podría incluso mejorar en estos próximos días, hay medallas aseguradas, pero hay que esperar oficialmente su obtención, el cálculo podría ser de 15 a 16 preseas en el conteo final. En Santo Domingo 2003 se ganaron nueve (tres de oro) y en Río de Janeiro 2007, 19 (cinco de oro). Alexandra Escobar empató la estadística de Jefferson Pérez, la pesista y el marchista son los únicos que han ganado tres oros en Juegos Panamericanos.
Hasta el cierre de esta edición, las pesas pasaban a ser el deporte que más medallas panamericanas (14) le han dado en la historia a Ecuador (el atletismo ha colaborado con 13). Mayor mérito aún el de la halterofilia, si tomamos en cuenta que recién ganó su primera medalla en 1995. En doradas logradas (6), nadie consiguió más que las pesas.
Joan Blanco se convirtió en el segundo nacionalizado que le da una medalla a Ecuador, el luchador nació en Cuba, pero representa a Ecuador. Antes, Boris Burov había alcanzado dos de oro en pesas, Burov, nacido en Rusia, logró sus preseas con uniforme ecuatoriano.
La lucha viene en franco ascenso y en los últimos dos juegos ha sumado 4 medallas.
El box es ya el tercer deporte que más ha aportado con triunfos en estos Juegos.
El racquetbol se bautizó con tres metales.
Los deportistas de Azuay ya son fijos en preseas. En fin, los números siempre serán más poderosos que los criterios lanzados al aire sin fundamentos, había que tener paciencia, las medallas iban a llegar, antes de sentenciar esta actuación como una desastrosa habría que aplicar aquella filosofía de un viejo entrenador:
“No es como inicias, es como terminas”.