Se entiende a las fake news como la información que ignora, tergiversa, altera datos y hechos con la finalidad de causar daño a una persona u organización, manipular a la opinión pública o sembrar confusión, por la cercanía o pasión a una ideología determinada. Existen varios tipos de desinformación como son los rumores, las teorías de la conspiración, la propaganda, las sátiras o los titulares engañosos.
A lo largo de la historia, han sido varios los momentos que han dado cuenta sobre el desarrollo de desinformación en el mundo y, dentro de ello, las pandemias también han estado marcadas por este fenómeno. Aquí el papel papel jugado por los medios de comunicación ha sido determinante
Si hacemos un recorrido por los medios impresos podemos ver cómo el engaño y la generación de propaganda viene desde hace mucho tiempo atrás. La radio, ese medio que maravilló a la sociedad a inicios del siglo XX, también fue utilizado por líderes autoritarios como un feroz instrumento de manipulación, sobre todo en tiempos de guerra. Más adelante, la fascinación generada por la televisión en la década del 50, profundizó una cultura del espectáculo en donde los procesos de manipulación también estuvieron presentes.
Actualmente, asistimos a la configuración de un entorno digital, en donde cohabitan diversas redes sociales que permiten todo tipo de interacción. Su auge está dado por el funcionamiento de nuevas tecnologías que han generado nuevas prácticas sociales y culturales. Este nuevo entorno ha hecho que la sociedad tenga la posibilidad de compartir, difundir y crear contenidos propios, sin la necesidad de pasar por procesos de contrastación o análisis, permitiendo así que se posicionen procesos desinformativos peligrosos.
La información en torno al covid-19 tuvo dimensiones poco vistas en la historia contemporánea. A la muerte de miles de personas a causa del virus y a la profunda contracción económica, se sumó una incertidumbre informativa que incrementó el malestar en la población, poniendo incluso en peligro a la propia democracia.
Ello genera varias interrogantes en torno a si ¿estamos preparados para contrarrestar los efectos de las fake news? Si bien el aumento en la conectividad ha permitido que las personas tengan acceso a grandes volúmenes de información, sin embargo, cada vez resulta más común encontrar información en línea que no es confiable.
La desinformación continúa creciendo de manera alarmante, no solo por el desconocimiento del ciudadano, sino porque en la actualidad gobernantes y aspirantes al poder utilizan la desinformación como un instrumento y estrategia política de manipulación y polarización, haciendo que esta se incremente de manera considerable.
La generación de nuevas coaliciones desde la academia y desde ciudadanía, permitirán emprender una cruzada, a fin de lograr una verdadera alfabetización digital. Un mejor entendimiento sobre el funcionamiento del entorno digital, permitirá un mejor uso de dichas herramientas. Los roles a cumplirse desde el sector educativo, así como en los ámbitos familiares y desde la propia ciudadanía, serán determinantes para dar paso a la era de la colaboración.