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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Alerta, manabitas

27 de mayo de 2016

Conmovido aún en las fibras más sensibles de mi espíritu, frente al cataclismo que sacudió a mi provincia natal, y aparte de otra tierra querida, Esmeraldas, escribo el presente artículo para relievar y agradecer de la forma más sentida las acciones fraternales de hombres y mujeres, ciudadanos comunes de Ecuador y fuera de él, por la actitud devota para mis coterráneos que perdieron seres amados, bienes adquiridos a lo largo del  devenir y buena parte de sus vidas. Con actuación impecable y leal para sus hermanos en desgracia, estas personas mostraron al mundo que la solidaridad de los pueblos es capaz de transformarlo todo, para bien. De igual modo el reconocimiento de Ecuador a los países amigos que enviaron la ayuda urgente en el momento adecuado y a los lugares precisos. Y, desde luego, la acción del régimen del presidente Correa, por el eficaz y oportuno accionar después del sismo atroz que dejó huellas en el alma, difíciles de borrar, y pérdidas en lo humano irreparables. Mas, estoy cierto, los tenebrosos efectos materiales del sismo se disiparán con el restablecimiento programado cuya ejecución está en marcha. Así se resolverán necesidades urgentes, nacerá una agenda urbana compatible con nuestra realidad.

No obstante, debemos insistir en la actividad de otros actores -por suerte minoritarios- de aleve espíritu, empeñados en hacer daño a la nación, algunos con fines electoralistas; los demás, por simple acto frenético, entre ellos, columnistas de medios mercantilistas y unos pocos ‘empresarios’. Los primeros, políticos desfasados de la derecha y de la extrema izquierda, cuyas declaraciones y actitudes fueron rechazadas por nuestro pueblo, que con la obra  cotidiana, voluntariamente realizada, durante estas semanas tristes y luminosas, dieron un mentís rotundo a las operaciones falaces y ruines de desaliento y desorientación hacia la población ecuatoriana y a las víctimas de la hecatombe. Son los mismos que como colofón de su apoteosis infame votaron en contra o se abstuvieron en la aprobación de la Ley Solidaria enviada por el Ejecutivo a la Asamblea Nacional. Los otros, en el menguado intento de quitarle el gran impulso de hermandad al conglomerado social, intentaron resucitar los viejos sueños del pasado neoliberal, como los fideicomisos o la descabellada proposición de volver a fundar una junta de reconstrucción, como la del Tungurahua, creada luego del terrible terremoto que azotó a esa hidalga provincia en 1949 y que su sola mención indigna, por los delitos cometidos. Basta recordar que joyas donadas por artistas de Hollywood, para ayudar a los damnificados, aparecieron en cuellos, manos y orejas de hijas y madres de la oligarquía de esos tiempos.

En la década del 60, dos comprovincianos, los diputados José Santos R. y Luis Dueñas V., frente a la pretensión de infamar a Manabí por parte de legisladores socialcristianos, castigaron ejemplarmente a los ofensores. Hoy vivimos un cambio de época, y un hecho así no es posible ni aceptable, pero tampoco podemos olvidar a quienes intentaron negarle a nuestra gente -golpeada, pero erguida- las rentas para la restitución de su infraestructura habitacional, de las escuelas, hospitales y los caminos vecinales. La estirpe manaba debe mostrarse con la hidalguía heredada del ‘Viejo Luchador’ y sus tenientes. En los próximos comicios, ni un solo sufragio para quienes se desenmascararon como enemigos de Manabí. Ni la bancocracia ni los partidos, que se opusieron a la Ley Solidaria, merecen votos. Por ello el llamado de alerta a los manabitas en el terruño o fuera de él, para repudiar a estos lobos con piel de oveja o los ‘pájaros’ convertidos en águilas carroñeras. (O)

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