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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Alcaldes figuretes

06 de octubre de 2019

Ante los hechos lamentables, condenables, nauseabundos y extremistas de los últimos días no es posible abstraerse y seguir un discurso aislado. Todo el país ha sido testigo en las últimas horas del caos que han causado los dirigentes del transporte con su llamado a la paralización y que más bien parece llamado a la desestabilización y el caos, llamado al que se han unido algunos politiqueros irresponsables que, en el colmo del egoísmo y el cálculo, solo piensan en función de réditos políticos.

Las voces más ecuánimes barajan soluciones como municipalizar el transporte público. Sin embargo, ¿qué tan factible es hacerlo?
Se dispone de información que retrata a los dirigentes del transporte público como mafiosos con grandes fortunas que no tributan impuestos, con varios procesos penales en su contra e historial de haber ocupado cargos públicos, quién sabe con qué intenciones.

En esta coyuntura es imposible no recordar el evento Hábitat III organizado por las Naciones Unidas en Quito en el año 2016 y en el que la Alcaldía de Quito, a través de Mauricio Rodas, se comprometió a cumplir sus lineamientos para lograr ciudades que planifiquen con base en las prioridades de sus habitantes y no en los intereses de los grupos de poder. Parte esencial de su agenda es la planificación del transporte en las ciudades para que sea seguro y asequible para todos sus usuarios, incluidos los sectores empobrecidos, los ancianos, los jóvenes, las personas con discapacidad, las mujeres y los niños.

Lastimosamente, las cifras dejan en evidencia que Quito no ha seguido las recomendaciones del Hábitat 2016. En el 2018, en Pichincha, la tasa de fallecidos por accidentes de tránsito fue de 5,4 por cada 100.000 habitantes y los accidentes de tránsito llegaron casi a 4.000. Por otra parte, las unidades de transporte público registran a diario robos a los ciudadanos y las mujeres, niñas y adolescentes son víctimas de acoso sexual y hasta de abuso sexual en las unidades de transporte público.

Es hora de que se actúe sin tibieza y de frente en contra de las mafias del transporte. Quito no puede firmar acuerdos de progreso por compromiso y por otra parte seguir sirviendo a intereses mezquinos. Las ciudades planificadas y que piensan en el desarrollo de sus ciudadanos se ocupan de darles bienestar a los más vulnerables: los niños, los jóvenes, los ancianos, las mujeres, las niñas y las adolescentes. (O) 

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