Las ciudades son un fenómeno muy antiguo que apareció en casi todas las culturas del mundo. En el área norandina, durante la época prehispánica, surgieron algunas urbes como centros de poder y para administrar el excedente de la producción. Después, las ciudades fueron lugares para dirigir la imposición del orden colonial, o en otros casos, para servir de conexión con la naciente globalización, caso de Guayaquil, ciudad - puerto.
En el otro lado del mundo, específicamente en la zona del Mediterráneo, las ciudades antiguas tuvieron doble cara: fueron centros articulados a comercio dentro de ese mar cerrado, pero sobre todo constituyeron lugares simbólicos, divinos y jerarquizado, donde debía emerger el hombre político, cualidad sine qua non para la condición humana. La ciudad era pues, la “polis”.
Actualmente, pocas ciudades son centros del poder mundial o centros industriales- económicos. La mayoría constituyen meros lugares de comercio, es decir, de tráfico de dinero lícito e ilícito. En el Ecuador, por ejemplo, las ciudades de la costa se han convertido vertiginosamente en ciudades - mercados lumpescas, reflejo de una cultura consumista. Nuestras ciudades y muchas de Latinoamérica son los santuarios del “neoliberalismo”, una acepción que debe entenderse como el triunfo del mercado en menoscabo del humanismo, como proyecto espiritual y cultural colectivo.
El viejo proyecto de la ciudad humanista, como centro de la comunidad, como cuerpo social vivo, lugar de la política (entendida como dialéctica), está por ahora irremediablemente derrotado, sobre todo en el caso de la mayoría de las urbes costeñas del área andina. En ese contexto se explica que la mayoría de los candidatos a alcaldes del Ecuador (elecciones 2023) sean el reflejo de esa realidad. Durante los debates no abordaron, por ejemplo, el eje de la ciudadanización, ni el de la democracia participativa, una de cuyas formas originales fue el cabildo abierto. Casi todos, usando tópicos de moda, como el de la reactivación económica, olvidaron por completo el concepto de ciudad como lugar social, político, de formación ciudadana por medio de la participación, principio sustancial que además se encuentra en la constitución. Desde otro punto de vista, también demostraron en general, el desconocimiento de los objetivos y competencias de cada GAD o municipio: ¡Un desastre¡
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