Leo con profunda preocupación que, en Guayaquil, la agenda del Bicentenario no tiene un plan para la futura ciudad. Si bien agradecemos el relativo progreso que tiene nuestra ciudad, debido a la continuidad de eficientes alcaldías, desde el Ing. León Febres-Cordero en 1992, para luego el Ab. Jaime Nebot en 2000 y desde este año la Ab. Cynthia Viteri, ya son 27 años de gestión continua y serán posiblemente más de tres décadas en total.
Y han sido administraciones eficientes, pues han logrado diseñar procesos municipales con pocos recursos. Y por supuesto, son eficaces, pues mantener un liderazgo tan prolongado significa que consiguieron hacer lo que se propusieron políticamente. Pero creo que el balance entre la eficiencia de usar los menos recursos posibles y la eficacia de conseguir los resultados electorales, no se transforma necesariamente en la efectividad de un buen administrador, pues se empaña por la ausencia de una planificación de largo plazo que encare y resuelva los problemas de transporte masivo, un sistema moderno de agua potable y canalización de aguas servidas y lluvias, la indispensable planificación y desarrollo urbano que contenga las invasiones y el clientelismo político, y de hecho la novedosa tendencia a transformar Guayaquil en ciudad inteligente, lo cual involucra gestión en educación, salud y empleo de sus ciudadanos.
De acuerdo al experto en gestión Warren Bennis: “Administración es hacer las cosas correctamente. Liderazgo es hacer las cosas correctas”, lo cual nos lleva a la necesidad de exigir a nuestros alcaldes que tengan una cuidadosa planificación para seleccionar aquellos proyectos y temas que son realmente importantes para la sostenibilidad de una ciudad y ejecutarlos en forma efectiva, honrada y transparente. Eso es ejercer liderazgo y gestionar efectivamente.
Para las autoridades siempre hay la tentación de pan y circo. En Quito, después de una asonada revoltosa y destructiva, su alcalde da inicio a las fiestas de fundación -que serán el 6 de diciembre- con dos semanas de anticipación, lo cual ya generó una lamentable calamidad en un fallido festejo universitario que carecía de seguridades. Y no hay duda de que los quiteños hacen “puente” de festejos hasta el 2 de enero. ¡Más de un mes de farra! Y estamos en crisis.
Pero en Guayaquil no nos quedamos atrás, con justa razón ya arrancamos la “previa” del Bicentenario con casi un año de anticipación. Sinceramente, espero que nuestra Alcaldía no se transforme en un comité de festejos, pues hay temas más importantes que tienen que ser resueltos ya, y la plata está escasa. (O)